Oraba en la mezquita con ese vaivén delante y atrás, aislaba el ritual automático y centraba sus pensamientos en su verdadero sueño, surcar los cielos con la contundencia del metal y la ligereza de un pájaro, ansiaba ser piloto.

Su deseo de volar era fuerte, pero su entorno lo mantenía de rodillas y con la frente pegada al piso.

Su familia era muy religiosa, él seguía soñando.

A sus veintidós años le encomendaron una misión.

Con el sentido del deber se encamino al mercado, eran las 8:25 de la mañana.

Se detuvo en el patio central ,se arrodilló, pego la frente al piso y extendió los brazos a modo de aeronave.

Él no lo logró escuchar, pero las autoridades describen la explosión como cuando un potente avión rompe la barrera del sonido.

La contundencia del metal y la ligereza de un pájaro provocó cuarenta y siete heridos y veintisiete muertos.