Me encanta bajar las escaleras. Saltarlas de par en par. Incluso a veces tres. Correr y girar la esquina sin miedo a que mis pies no respondan. Escalera caracol. Acabar cansada y respirar profundamente. Sentir que la vida me espera allí fuera como si ya conociera todas las cosas buenas que me quedan por vivir y solo hiciera falta pasar la línea del portal para comenzar. Comenzar a vivir como realmente quiero. Con ese vestido blanco de dos tallas mas grandes y esas sandalias pálidas que destacan mis uñas rojas. Con el pelo ligeramente despeinado y el viento con aroma a manzana. Pasar por la puerta de los vecinos y encontrarme con cada uno de ellos mirando desde el ojo de pez como corro y no me estrello. Como mis dedos se retuercen y como exhalo alegría. Libre, mujer ya no niña que se deja olvidada la vergüenza en el armario. Vivir como yo quiero con la mejor compañía y no encontrar obstáculo alguno. Pasar el portal y encontrarme un gran campo verde con flores blancas y empezar a correr hasta llegar a la ciudad...Maldita felicidad la mia que no me deja pensar en los problemas.