OBLIGADO REQUIEM

¿Dónde te entierro mujer si la tierra de esta ciudad se pudre cada día más? Si hasta los gusanos piensan en mudarse ¿Qué seria de tu cuerpo aquí? ¿Dónde construyo tu altar si el incienso regresa turgente y no se puede elevar?
Y si te envuelvo en piel de libélula para poder verte sin que te vayas o como ultimo recurso quemo tu cuerpo para que el dolor que no sentiste se haga cenizas contigo. ¿Si me pongo tus ojos para adelantarme al sueño eterno, me como tus heridas y sigo tus huellas hasta allá, lejos, donde sé que no estas?

Comencé por preguntarte si existe el cielo, si existe dios y nunca contestaste. Cuando hacia algo de lo que me sentía orgullosa, románticamente te lo dedique y tampoco hubo respuesta.
Sentí tu ausencia cuando las ventanas de los restaurantes, abarrotadas de reverendas figuras felices, disparaban el arsenal de fechas vacías. Me dejaste sin mapa y por eso estoy aquí peleando con mi raíz andariega. Es triste, tu voz se me borro.
Quise vivir tu ausencia a lo Rosario Castellanos, irreverente y sin angustia pero resulto que la Vargas le gano y anduve mucho tiempo irreverente sí, pero con esa maldita ansia en las manos, llevándola a todos lados y de todos lados regresando con ella.. Después quise ser La Maga, tontamente, es imposible andar con estrellas como ojos y al mismo tiempo estar vestida de luto.
Te aplastaron, literalmente, sin piedad, al cabrón de dios (como bien dice don Plutarco) no le pudo salir una muerte más ridícula, pienso que dejo el piloto automático. Fue tan tonta tu muerte que todos los domingos siguen siendo aquel domingo. No pudo matarte de manera que fueras heroína de todos mis cuentos, quiso que quedaras en mí como la melancólica ausencia de mapa.
Veámosle el lado positivo, no hay mal que por bien no venga, si no te hubieras muerto yo creería en dios y tú en mi que no creo en nada, seria un chasco. Todos creyeron que tu muerte fue un caos, una injusticia, una devastadora desgracia. La gente piensa en esto como si fuera lo peor, como si ya hubieran regresado de ello. Se sienten tan cómodos con la absurda idea de un cielo y un infierno que, aunque sintiendo temor toda la vida, abrazan la idea sin recato. Lo cierto es que fuiste tú la que no tuvo compasión de dios al morirte.
Feliz día.