Las Gigantes de las Galápagos
En las bellas tierras de las Galápagos habitaban las gigantes tortugas. Pero no solo habitan las tortugas, en esta singular isla del Ecuador también viven bellísimos y singulares pájaros, iguanas tan grandes, tan grandes que se asoman en la playa a tomar un rico baño de sol, y en ocasiones cuando llega el atardecer se pueden ver las garzas coloradas caminando cerca de la playa.
Pero no todo es paz para estas magnificas y antiguas tortugas. En ocasiones cuando nadie se da cuenta vienen esos seres en sus grandes barcos para cazarlas o llevarse en el peor de los casos a sus huevos, que serían en el futuro el nacimiento de nuevas tortugas. Pero son tan astutos, que vienen tarde en el anochecer para que nadie los descubra aprovechando la poca vigilancia que hay en las playas, y así hacer de las suyas.
Y así paso mes, y otro mes, y ya la situación de escasez de huevos no terminaba . Los cuidadores de las tortugas no se explicaban que realmente estaba pasando.
Sin embargo, Pedrito, el hijo del guardián de la isla sospechaba de algo. El estaba siempre pendiente de sus amadas tortugas. Así que una buena noche sin notificarle a su padre se escondió detrás de la maleza y espero en la noche.
Cerca de la madrugada los pudo oír. Era sonido de motores de grandes barcos que traían grandes redes. Y vio como se bajaban poco a poco de la playa, y no solo tenían interés de llevarse los huevos, sino también sus amadas tortugas gigantes.
Pero, que podía hacer él. Un niño tan pequeño ante una multitud de adultos. Pero se acordó de la fragata real, así lo llamaba su padre, que era un pájaro singular de esta isla, que cuando se enfadaba en grandes proporciones se hinchaba su pecho de su peculiar color escarlata, y emitía unos sonidos ensordecedores.
Así que salio de su escondite, y se dirigió donde había un nido de estos animales. No quería lastimarlos pero le tiro unas cuantas piedrecillas. Y como era de esperarse el padre de la familia se enfado tanto, porque a nadie le gusta que le perturbe su descanso, y empezó chillar. El ruido la oyeron las águilas en sus nidos, y las focas que estaban en las playas. Y cuando se dieron cuenta había toda una algarabía en la playa.
Los hombres no sabían que hacer pero no le dieron importancia. Total pensaban: “ son solo animales”, pero el detalle fue que los oyeron los guardianes de la isla en la noche, y salieron rápidamente sorprendidos por el ruido alborotado de los animales. Salieron con sus rifles de sus casas para rescatar a sus grandes tortugas. Los cazadores no se dieron cuenta que había pasado. Cuando se dieron cuenta estaban todos esposados y acusados de cacería ilegal. Y fue así como gracias al ingenio de Pedrito y con la ayuda de todos los animales que habitaban en las Galápagos ya ningún cazador osa visitar a esta isla para dañar a estos gigantes animales. Y colorín colorado. Este cuento ha terminado
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