No confía ni siquiera en los valores reales, solo confía en los devaneos de su mente.

Puso la biblioteca en el baño ya que había descubierto después de muchos años y de muchos libros, que solo leía cuando se sentaba en el water. Claro, era un problemita reunirse con los amigos que amaban el comic, a tomar el te en la biblioteca. La tapa bajada del water sostenía la tetera y las masas secas. El dueño de casa repartía solícitamente trocitos de papel higiénico como servilletas, mientras los invitados se acomodaban en el borde de la bañera. Todo bien hasta que debían dejar la biblioteca porque el ciego quería usar el water.

Como cocinar le resultaba un poco complicado, decidió comer siempre lo mismo durante cada año, salvo el día de su cumpleaños, que no comía. Así, asocio el hambre con el pasar de los años. Mientras que para otros el tiempo estaba basado en viajes y logros, para él la clave estaba en el cambio de los menús.

Decidió eliminar prendas de vestir. Por un cúmulo de razones empezó por la ropa interior. Nunca comprendió la palabra “underwear”. La palabra “slip” le sonaba indecorosa, y era una prenda que al fin y al cabo no se veía. Siguió con los calcetines, ya que también se veían poco y además al cabo de un año juntaban olor. Con el tiempo también elimino la camisa si se ponía la chaqueta, porque el rosa no combina con el verde. Cuando iba al mercado, no dejaba de ponerse la corbata para ocultar su prominente nuez, y evitar de este modo, dañar la impoluta virginidad de la dama del puesto de pescado.

Vivía solo. Como el decía, “no creía en el matrimonio y muchísimo menos en casarse” . Estaba convencido que nunca encontraría una mujer, que aceptara de buen grado, su única manía; cerrar la puerta con llave por las noches.

A pesar de todo esto, si lo encuentras en el autobús, en la iglesia o en la cola del pan, reconocerás la luz y la armonía del que brilla por sí mismo.

Creo, que se ríe de mí.




Escrito el 07 de marzo de 2009, 0:30 horas.