Lo que escribo no es para ustedes
los acomodados
hijos de puta

Infelices enamorados circunstanciales
que lograron un acuerdo contractual
de timbrazos, mentiras y abanicos

¿Para qué perder mi tiempo
en describir la soledad, el misterio,
a quienes abdican de su condición?

Ciertamente mis palabras
son inadecuadas para los faroles
encendidos de sus vidas de plástico.

Su sonrisa no es sonrisa,
ni el viento mueve las hojas:

son degradaciones del espejo
que se llevan lo que tiene que quedarse
y dejan lo que tuvo que irse.

Las bastardas interpretaciones
sobran dentro del sitio
que colinda mi propiedad privada.

Basta de ya de aciagos placeres,
de interrupciones inútiles
del destino defraudado.

Si quisiera heredar risas
estaría con ustedes bajo la música,
con ustedes
enrredados en el coral del conformismo.

No me interesa revivir pájaros
ni contar estrellas con besos.

No es mi intención motivarlos
ni invocar a la esperanza.

Es, más bien, un augurio de mala sepa,
un apunte de mala fama,
una incongruencia del ser,
un disparo en la sien de la razón.

Es un hematona deseoso
por aparecer en la piel falsa
de los sueños alados.

Nunca más volveré a decir que falta
la motivación.

¡Qué mejor recompensa
podría hayar sobre las faldas
de la creación asistida!

Para qué,
para qué REPITO,
desperdiciar sílabas en la nitidez aparente
de la satisfacción floral.