Era un atardecer realmente hermoso. El sol se reflejaba pretencioso sobre las calmadas aguas del inmenso río. Una niña corría feliz, disfrutando del lugar, tal vez más que cualquiera de las personas que se encontraban ahí.
Ella tomó su cámara (como de costumbre) para inmortalizar por siempre ese momento perfecto. Nunca había estado en un lugar así. Se sentía realmente... feliz. Enfocó a la niña y por un breve instante brilló la luz del flash, pero la foto mostraba una chica borrosa. Lo intentó nuevamente, "chic" sonó el botón. Esta vez obtuvo una foto nítida, aunque aparecían en la imagen algunas personas que ella no deseaba estuvieran ahí. Quería una foto perfecta y no le importaba demorar un poco con tal de obtener aquello. Fue justamente por eso que no se percató de lo obscuro que estaba derrepente.
Sintió miedo. "¡Camila! Vamos ya que está muy oscuro y es peligroso."
Pensó en lo lejos que se encontraban de los demás. En que de pronto ya no había nadie cerca. Debían tener mucho cuidado al regresar puesto que habían rocas y era relativamente fácil resbalar y caer al agua, aquella agua que no sabían qué tan profunda estaría. Ahora se veía turbia, ¿Estaría así todo el tiempo y ella simplemente no lo había notado?. En el mismo momento en que aquello pasaba por su mente escuchó un ruido, se dió vuelta rápidamente y vio que la niña había acudido inmediatamente a su llamado, pero con el apuro y la despreocupación propia de la infancia, en un descuido cayó al agua. Se encontraba a punto de hundirse y perderse para siempre en el río. Ella se apuró a ayudarla, tenía que sacarla de ahí como fuese. De pronto sus piernas fallaron y tropezó, cayendo cerca de la niña y recordando de pronto que nunca aprendió a nadar. Miró a la pequeña que se afirmaba férreamente a una roca para no hundirse, y vio como se reflejaba el terror en su rostro... ¡Ayúdame!. Derrepente una mueca deformó el rostro de la niña, algo había en el agua que hería su cuerpo, lo desgarraba rápidamente. Ambas vieron cómo la sangre rodeaba a la niña. Sangre, demasiada sangre... Hasta que ocurrió lo irremediable, la niña perdió todas sus fuerzas y se hundió. Ya no volvería a salir.
Ella miraba horrorizada aquella escena, sin poder ayudarla, frustada, sujetándose también para no caer por completo. De pronto se da cuenta con espanto que ella está en la misma situación de la pequeña y comienza a pensar en cómo estaría la mitad de su cuerpo que se encontraba sumergida, sin atreverse siquiera a mirar. Sentía miedo de comprobar lo que era obvio. ¿En qué momento cambiaron tanto las cosas? Una oleada de sentimientos encontrados recorrió su corazón.
Las fuerzas le faltaban, ella podía sentir cómo su cuerpo era destruido por ese "algo" en las aguas, pero increíblemente no sentía dolor, sólo se daba cuenta del daño que aquello le provocaba. Ya no podía sostenerse más.
Finalmente se resignó, nadie escuchaba sus gritos, no podía salir, no podía hacer nada. Tuvo un último pensamiento antes de que ocurriera lo inevitable... "Pietrooooooo"
Y se soltó...
Desperté con miedo, con las imágenes grabadas frescas en mi cabeza.
- Un sueño, otro tonto sueño... - Pensé asustada aún. Pero aliviada.
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