ADIOS A UN AMIGO
La primera vez que lo vi pensé que estaba loco, loco de atar. Y a lo largo de todos estos años que ha compartido conmigo su locura, he podido aprender de él y con él muchas genialidades de nuestra existencia. Ha tenido la gran suerte de tener a su lado a una familia conocedora de su valía; a una familia que ayudándole en el día a día, soportaban la dureza del sufrimiento de un genio y sabio. Y era su sabiduría la que compartía con todo aquél que lo escuchaba. Pero él sabía escuchar mejor que nadie y lo hacía mirándote a los ojos con ojos, fijamente, como si leyera entre palabra y palabra tu pensamiento. A mi me cautivaron esos ojos azules, profundos y llenos, todavía, de esperanza.
Para él la naturaleza era el mayor regalo que Dios nos ha dado y no entendía, al mismo tiempo que se cabreaba, cómo los humanos no respetaban semejante regalo. Los pájaros con su canto, decía, alegran todos los oídos, Todos. Entonces, “¿porqué mi generoso vecino mata a los pobrecillos gorriones que se alimentan en su jardín? Eso lo entristecía. Tampoco entendía cómo el ser humano no era capaz de amar a sus semejantes, ni cómo repetía la bonanza de sus posesiones y no era capaz de escuchar a un simple pasajero de la vida. Escuchar el canto de los pájaros en su jardín, mantener una charla con sus amigos y comenzar a pintar la que podría ser su obra magistral, eran sus pasatiempos favoritos.
Hoy está muerto y sin embargo lo siento por todas partes. Lo siento cuando observo desde mi ventana cómo las currucas comen del almendro de mi vecino, o cómo los árboles mueven sus ramas agitadas por el viento. La verdad es que lo extraño mucho porque ya no puedo hablar del sufrimiento del alma con nadie, con nadie que sienta lo que mi alma siente, ya no tengo sus ojos para comunicarme.
Amigo Agustín, ahora estás en tu jardín descansando debajo de tu olivo y rodeado de lo que más has disfrutado, de la naturaleza, de las flores y de los pájaros que se posarán en esas ramas para charlar, un ratito, con tu alma.
Amigo Agustín no me olvides y, si es posible, continúa guiándome en la oscuridad de la humanidad. Mueve tu pincel mágico en mi alma para que siga siendo digna de tu amistad y de tu confianza. Descansa ya en paz.
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