EL SUEÑO, EN LA VIGILIA
Cómo luce en mi pueblo el paisaje
después de la lluvia,
el rincón de una azotea perdida
donde el viento amontona palabras
que ya no se dicen,
un bebé estornudando,
unos ojos marrones,
con el reflejo de la lluvia y de mis ojos,
y yo
con veintipico de años,
abriendo cajitas de madera
en donde encuentro todo,
cajitas ocultas bajo una lona verde,
en un galpón abandonado,
en medio de un parque repleto
de hojas secas.
Un trozo de uña,
una mancha de saliva en el cartón, y otras cosas,
configurando un paisaje de mar y de luna,
unos garabatos verdes:
aventuras que hubiese querido fueran mías,
y otra vez yo,
con ocho o nueve años,
guardando todo esto en una caja de zapatos,
en el patio trasero de mi casa,
queriendo, en la vigilia,
encarnar lo soñado.
29 de marzo de 2009
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