Honorio Malavida era un personaje de unos sesenta y cinco años, solterón gordito y de aspecto desalineado.
Alejado de su única familia -dos hermanas que vivían en Turdera su barrio natal- vivía en una pensión en el barrio de la Boca.
Siempre se mostró como un tipo superado, alguien que eligió vivir solo pero en la intimidad sufría la falta de una compañera que lo contuviera y lo esperara cuando regresaba a su hogar.
Nunca tuvo un trabajo estable pero siempre se las rebusco para traer algo de dinero y así pagarse el techo, la comida, los cigarros y la ginebra. Fue taxista, vendedor ambulante y verdulero entre otras cosas. Ya hacía unos seis años que levantaba quiniela clandestina.
Esa noche llego medio borracho y casi le pisa la cola a Bartolo, un perrito mestizo de la dueña de la pensión con el que había hecho buenas migas.
Le acaricio la cabeza y le dijo:
-¡Hola amigo! ¡Vos sos mi único amigo...amigo! ¡Snif!.-Comento con emoción etílica exagerada-.
Subió las escaleras seguido por Bartolo hasta la pieza catorce.
-Entrá que me sobraron dos empanadas de la cena.
El perro movió la cola (siempre dispuesto a la masticación) mientras que Honorio traía las empanadas, la ginebra y se encendía un cigarro. Prendió el televisor y como a las dos de la madrugada roncaba en un contrapunto con Bartolo.
Entre sus ronquidos comenzó a soñar. Soñó con muerte y con amor… Que seducía a la parca y a la mujer de su vida… Y que por ultimo escapaba de una para huir con la otra…
De pronto sintió un dolorcito en el pecho y se despertó sobresaltado. En cuanto abrió los ojos vio a la muerte en persona delante de él.
Pensó que se trataba de un mal sueño y solo atino a preguntar al encapuchado que no dejaba ver su rostro.
-¡Epa!, usted quien es?
-Tengo muchos nombres, pero por estos barrios me llaman la muerte.
-Mira si en este barrio te llaman, yo no fui flaco, si andas con ganas de llevarte a alguien proba con la habitación once que es una vieja hincha pelotas!!! –Gritó-.
-Sea discreto mi amigo y no haga un escándalo que ya es tarde.
-Mi segundo nombre es discreto... ¡¡ Pero déjeme dormir que mañana tengo que levantar juego para la vespertina!!
-¡No grite hombre! ¡Dijo que su segundo nombre es discreto y sigue haciendo escándalo!
-Y no le he mentido señor, soy Honorio Discreto Malavida.
-Bue... antes de llevarlo debo completar algunos datos de rutina administrativa.
-… ¿Me acompaña con una ginebrita? -invitó Honorio-
-No bebo. -Contesto tajante la muerte-.
-¡Déjese de embromar amigo, una copita nomás!
-Primero no bebo cuando trabajo y segundo no bebo nunca, sería como querer retener agua en un colador…
Fue en ese preciso momento que la Parca mostró su aterrador rostro cadavérico con la intención de atemorizar a Honorio.
-¡Che! no estas muy flaco vos? ¡Te va a agarrar Heman y te va a cagar a trompadas!...Ajaja!
La borrachera de Honorio a esa altura no le permitía mantener durante su charla la postura respetable de tratar de usted o la confianzuda actitud de tutear a su visita.
-¿Y si sos un esqueleto… como hablas? Los esqueletos no tienen lengua…
-Amigo…, por que no me deja terminar con el papeleo, lo llevo y terminamos con esto.
-¿Cómo hablas sin lengua?
-Es una cuestión de actitud.
-¡Entonces tomate una ginebra conmigo! ¡No seas botón! Es una cuestión de actitud también ¿o no?
-¡Dios mío, que pesadilla! Bueno dele, le acepto. -dijo la parca resignada y con la ilusión de hacer más corto el trámite evitando oponerse a los últimos gustos del condenado-.
Empezaron las rondas de ginebra mientras la muerte completaba los datos y Honorio preguntaba.
-¿Cómo haces para que no te vean cuando salís a trabajar? La gallega de la pensión no deja pasar a nadie que no viva acá.
-Misterios de la vida… perdón!... de la muerte. ¡No me distraiga que voy a anotar todo mal!
-¡Pero viejo! ¡Al final con usted no se puede charlar ni un ratito! Ya que me va a llevar ¡distráigame un poco!
La muerte no contesto. Solo atino a servirse otra ginebra como para distenderse un poco.
En ese momento se despertó Bartolo, estiro las patas y bostezo. Se acerco a la parca y le olfateo los pies moviendo la cola.
-Le presento a Bartolito, un amigo.
La parca miró al perro, tomó otro trago sin darle demasiada atención, suspiro y siguió anotando, cuando de repente dejo de hacerlo… Se quedo pensativo un instante y sensibilizado por los tragos exploto en un ataque de brutal sinceridad diciendo:
-¿Sabes hermano? ¡Estoy repodrido de este laburo de mierda! Cuando apareció la vida en la tierra, el de arriba me mandaba a llevarme seres unicelulares… amebas... Después me ascendieron hasta llegar a los seres humanos, sin distinción de edades y eso es muy triste.
-Y bueno mi amigo hable con el jefe y pida que lo vuelvan a su primer trabajo con celulares y juntando almejas.
-Amebas Honorio, amebas... Antes no había ni papeleo, ni culpas. A partir de los seres con conciencia empecé a ser temido y odiado… Todos aman a la vida pero odian a la muerte, cuando morir es tan natural como nacer.
Bebió otro trago para aplacar la angustia. ¿Y sabes algo amigo? Nadie me recibe ni me da charla como lo hiciste vos...Honorio, sabes como te quiero hermano?! Snif!
Una lagrima broto de una de las oscuras cuencas de los ojos.
-¡No mi amigo! -Rompió el silencio Honorio-. ¡Vos no podes seguir así! ¿Mira como estas quedando? Piel y huesos... bueno lo de piel obvialo… Renunciá! y que el trabajo lo haga otro. Fueron millones de años laburando. ¡Es mucho! Jubílate y viví... o morí feliz… y si te morís alguien te vendrá a buscar a vos. ¡Que el laburo lo haga otro!... La muerte tiene que seguir –continuo- porque sino el mundo va a quedar chico… eso sí… Yo me hago cargo de que tengo que morir pero... ¿che… no da para que me des algunos añitos más de changüí amigo? No renuncies ahora porque el que te suplante me va a venir a llevar si o si, pero… pasate en unos diez añitos que yo te acompaño, total laburaste millones de años no te bancas diez mas?
-Es lo menos que puedo hacer por vos amigo. –Contesto la muerte-.
Cuando se quiso levantar, perdió el equilibrio y casi cae de no ser por el amigable brazo de Honorio que lo contuvo y sonriente le dijo:
-Me parece que le metiste demasiada actitud a la ginebra amigo jajaja!!
La muerte se miro los pies y vio que le faltaban algunos huesos.
-¡Mira vos! ¡Este perro de mierda me comió un par de dedos!
-Y…vos sabes que a los perros les gustan los huesos... che! ¿Qué te parece si nos vamos a un cabaret que conozco acá cerca? Tengo un par de amiguitas que están para matarlas… No lo tomes literalmente.
-¿Pero no se asustarán al verme? No soy lo que se dice un galán….
-Mientras que haya moneda estas locas le dan a un mono quemado, y si les das propina hasta te dicen que sos lindo.
-¡Dale Honorio vamos!
-Che Parca, una ultima pregunta... Teniendo en cuenta que los esqueletos no tienen… como decirlo…pene, ahora cuando te presente a las chicas como vas a hacer para…
-Todo es una cuestión de actitud amigo… Vamos?!
Desde esa noche nunca más se lo vio a Honorio…Algunos aseguran que murió, otros que se enamoro de una morocha y se volvió a Turdera.
Gavilán -el mozo del bar “Los siete deseos” donde paraba Malavida- le comento al los parroquianos que en el barrio las viejas rumoreaban haber visto una ambulancia en la puerta de la pensión de la Gallega y hasta alguna aseguro haber visto una enfermera morocha, veterana y de buenas formas acariciar tiernamente al paciente mientras lo trasladaban.
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