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EL NEGRITO
CUENTO
AUTOR: Jorge Duran (Jorge cuentero )
Amanece en la sierras grandes…
El cielo limpio como una patena.
La calma…
La paz…
La brisa es un silbidito ligado.
Revienta un perfume de sedrón, menta, peperina. Un universo de aromas.
El “Talo” saca el “morito” del corral y lo acerca al rancho.
Comienza a ensillar.
Todo un rito.
Muy despacio. Entre mate y mate que trae su mujer, la Lorenza.
Un cuerito primero, otro y otro. Una carona ya gastada y mas cueritos.
Retacón el “Talo”…
Rostro aindiado. Nariz de águila.
La mujer también retacona.
El “negrito” sentado en una sillita pequeña de totora.
Unos seis años.
Bebe su leche recién ordeñada y come una torta al rescoldo todavía humeante.
Espera el “negrito”…
Como todos los domingos.
El “Talo” toma el último mate con ruido y coloca al “negrito” casi en el pescuezo del caballo.
Atrás monta El. Talonea y grita: -¡Hasta la noche!
Al tranco se van. Al tranco…
Unas dos horas hasta Mina Clavero probando el vino de todos los boliches.
No hablan…
¡Para que!.. Lo saben todo. Lo sabe el abuelo y lo sabe el nieto. Mejor es escuchar el silencio, las pisadas del “morito”, los pájaros, la brisa.
Llegando al pueblo el niño “afloja”. – Mamá… -dice sosteniendo el llanto comprimido. –Mamá…
El abuelo seca con su mano las lágrimas del niño.
Instintivamente toca el cabo del cuchillo que lleva en la cintura.
La Rosita barre la vereda de la casa del doctor.
En realidad espera.
Espera…
El “morito” afloja el tranco.
El niño quiere desmontar y correr a los brazos de su madre.
¡Sosiéguese pues! –lo reprende el “Talo,” pero lo ayuda a bajarse sobre la marcha.
Corre el niño. Corre la madre. Corren y corren hasta juntarse y abrazarse, hasta comerse a besos. Hasta decirse todo.
El hombre ata su caballo…
Despaciosamente.
Despaciosamente…
Baja algunas alforjas que traen “regalitos”, cosas de pobre, higos, tortas, pan casero, quesitos de cabra. Cinco pesos para la hija que trabaja de sirvienta en casa del doctor.
Se abrazan un poco padre e hija, un poco nomás.
-A la oración lo recojo al “negrito” –musita el “Talo”. Viene una pausa larga que son miradas profundas que hablan más que la lengua. Luego el hombre se anima a decir: -Su madre quiere que vuelva a la casa hija. -Casi rogando lo dice.
-Vuelva hija…
La muchacha levanta en brazos a su hijo y mira a su padre largamente, largamente…
-Hasta luego hija…
-Toca el cabo de su cuchillo una vez más y hasta la oración seguirá probando el vino de todos los boliches.
También siguiendo esa obseción que nubla su vista.
Que desarregla su interior.
¡Encontrar a ese hombre!
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Texto agregado el 03-03-2009, y leído por 185
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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01-11-2012 |
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Muy bueno. Sabes convertir los relatos en algo apetitoso para el ávido de lectura al escribir con esa magia que cautiva. elpinero |
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12-06-2009 |
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Un texto que atrapa de principio a fin, me gusta tu relato porque es emotivo. Te dejo mis estrellas. ***** fabiangs |
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03-03-2009 |
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Un trabajo pulcro, que toma la mano del lector y lo lleva a un viaje junto al negrito, tienes el don. Saludos desde Iquique Chile. ex_de_mitsy |
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