Las imágenes que pasaban por la televisión eran dantescas. Hierros retorcidos, bajo un camión de combustible que comenzaba a incendiarse, había quedado atrapado un automóvil color blanco.
La mujer quedó atenta, reconoció el lugar vivía cerca y el auto blanco le sembró una duda.
Los socorristas justo introducían una camilla en una ambulancia que con su estridente sirena había llegado solo un minuto antes presagiando la tragedia que se estaba desencadenando.
Ella estaba cocinando, en sus manos un repasador húmedo y deteriorado. Presentía algo feo, buscaba imágenes que le hicieran pensar de otro modo, pero todo era confusión. Vio partir la ambulancia y en ese preciso instante un periodista se interpuso entre la cámara y las imágenes del choque.
-Estamos transmitiendo en vivo desde la intersección de la Autopista 15 y 14. Por una aparente falla mecánica, un camión cargado de combustible se cruzó sobre el camino y fue embestido con violencia por automóvil Ford, color blanco que viajaba en el mismo sentido.
Las palabras del periodista hicieron que la mujer buscara donde sentarse, sus piernas se aflojaron, su presentimiento parecía convertirse en realidad.
Sin dejar de observar las imágenes, se estiró para hacer un llamado al teléfono móvil de su hija.
El teléfono sonaba insistentemente pero nadie atendía. Su temor se estaba transformando en desesperación. Inconscientemente guardó su teléfono celular en el bolsillo del delantal de cocina que llevaba puesto.
La cámara del canal de noticias hizo un acercamiento a los restos del automóvil, intentaban mostrar morbosamente, las placas de identificación. Sólo fue un instante, la imagen se posó sobre los números y la mujer llegó a ver solo los tres últimos, 328, cuando intentaba ver los anteriores una bola de fuego envolvió a los dos vehículos, los bomberos corrieron para escapar a las llamas y la cámara de televisión se sacudió violentamente.
Alguien anunció que por falta de señal debían interrumpir la transmisión desde exteriores.
La mujer instintivamente fue hasta el escritorio donde su hija guardaba todos los pagos que realizaba. No quería encontrar lo que buscaba pero debía hacerlo.
Finalmente lo encontró, era el comprobante de pago del seguro trataba de leer, sus ojos le jugaban una mala pasada, los secó, se acercó a una ventana, las letras eran muy pequeñas, Finalmente, encontró aquello que no quería. El auto asegurado tenía, según constaba en el documento placas AVJ328.
-¡Mi Dios...! exclamó la mujer y salió corriendo de la casa. Subió en su auto y a máxima velocidad se dirigió al lugar del siniestro.
No sin dificultad, por fin llegó, se abrió paso entre los curiosos y logró acercarse y hablar con un bombero.
-¿A dónde fue la ambulancia, por favor, dígame a dónde han ido?
-Hospital Central dijo el bombero mientras ajustaba unas mangueras y sin mirar a la mujer.
Nuevamente la desesperación, al menos ya sabía a donde la habían llevado.
Por fin llegó, entró corriendo por la guardia, aún tenía puesto su delantal de cocina. Personal de seguridad la detuvo antes que llegara al mostrador de admisiones.
-¡Por favor, déjeme pasar, quiero ver a mi hija, tuvo un accidente y la han traído acá en ambulancia.
-¿Perdón, cuándo fue el accidente? preguntó el guardia.
- Recién señor, aún no hace aún media hora que debe haber ingresado al hospital.
El hombre se puso pálido, no podía hablar y mientras pensaba como dar a esa mujer la noticia, renegaba de haber ido ese día al trabajo.
Sonó un teléfono, la mujer seguía mirando a los ojos al guardia. El le señaló el bolsillo del delantal.
-Mamá, dónde estás, que te pasó, la casa está abierta, la cocina encendida y tengo una llamada perdida desde tu celular...? ¿Estás bien?
-Si hija, estoy bien, por favor prepara la mesa, en un momento llego, almorzamos y te cuento. No sabes la mañana que he tenido.
|