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Inicio / Cuenteros Locales / mateocolon / AQUELLA NOCHE, AQUEL AMANECER…

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Termino de cerrar la ducha mientras miles de gotas de agua resbalaban sobre su piel. Estaba allí para mi solo, parada, hermosamente desnuda .Tomo una toalla y me la extendió, sin pronunciar palabra alguna la tome y comencé a secar esas gotas que se deslizaban cual serpientes por todo su cuerpo. Lentamente la acariciaba más que secarla, mientras fascinado seguía la caída brillante como estrellas desde sus cabellos lacios hasta detenerse temblando por un breve instante en la punta de cada uno de sus pezones endurecidos y caer muy suavemente sobre sus pies para perderse en la blanca alfombra que cubría el cuarto. Enamorado comencé a secarlos tímidamente primero y con algo de firmeza después - parecían desafiarme al verlos retadores de duros- los bese con toda ternura uno a uno alternativamente mientras sus manos acariciaban mi rostro.
Me concentré en acariciarlos con mi lengua y succionarlos con mis labios. Fue cuando empezó a dar pequeñas señales de placer emitiendo leves gemidos, cuando demostró su excitación. Repetidamente pasaba de sus pechos a su boca, me excitaba sentir la sensación de su saliva acariciando mi lengua lo cual la excitaba aun mas comprendiendo que ella tendría totalmente mojada su vagina ya que estaba en constante estado orgásmico.
¡Querido! me estás dando mucho placer, ¡sigue acariciándome, no pares!
Mi sexo estaba dando buena cuenta de ello, Sentía mis flujos correr por la entrepierna-Estaba tan excitado que el pantalón de algodón que llevaba, estaba todo mojado en el cierre, lo cual me delataba.
¡Parecía que me hubiera orinado! Sintiéndome empapado, imaginé como estaría ella, mi mano derecha se introdujo por su entrepierna hasta alcanzar sus bragas, ¡también ella estaba húmeda! Apartándola introduje mis dedos en el interior de la vagina y los embebí de sus mucosas vaginales, los llevé hasta su boca y ella con placer los lamió, me besó como solo ella lo sabe hacer, introduciendo su lengua hasta el fondo.
-Querido mío, ¡eres divino, mi par! Cuando introduces tu lengua en mi boca haces que me corra del placer.
No sé si estaba mintiendo por complacerme, lo que estoy seguro es que yo no lo estaba haciendo
Me arrodille frente a ella mirándola a los ojos mientras rodeaba con mis brazos sus caderas. Le besaba el ombligo y bajaba por su vientre rumbo a su destino mientras sus dedos metidos entre los cabellos me masajeaban el cuero cabelludo.
-¿Te gusta Marcos?
-Me encanta, me pone los pelos de punta sentir tus dedos acariciar mis cabellos ¡es fantástico, estoy muy caliente!
En ese momento en el que me encontraba arrodillado, y frente a mi, a la altura de mi boca, el aroma de su vulva expeliendo el olor de su sexo… la ame. Ninguna de las mujeres con los que había estado me había hecho sentir el éxtasis que sentía por ella. Apoye mi rostro sobre su pubis con mi nariz tocando su vulva para exhalar su exquisito aroma, mezcla de olor a sexo, orina…su perfume íntimo.
¡Qué aroma! el olor de esta mujer hace que me derrita, ¡estoy recaliente! Como estaba absorto oliendo y admirando su sexo, sus manos dirigieron mi cabeza hacia su tesoro hundiendo mi boca en la ardiente y empapada vagina. Mis manos acariciaban sus nalgas por detrás tratando de separarlas para rozar su ano con la yema de mis dedos mojados por sus flujos que se perdían por sus piernas.
Mi boca se había abierto y mi lengua como una víbora que busca su presa se interno en las profundidades separando los labios mayores hinchados, ardientes, mojados, bebiendo sus mieles y penetrándola muy suavemente simultáneamente con mis dedos libremente mojados en su esfínter
¿Cuánta fruición? ¿Que gozo?... musita, mientras mantenía los ojos cerrados y su cara dejaba expresar las sensaciones placenteras que experimentaba.
No es acaso el gemido una queja...
Siento que vuelo entre tus labios y tus dedos como un desmayo por venir. Quiero acabar para vos
Mi lengua se detuvo en su esplendido clítoris excitado, estaba al máximo de su longitud.
¡Muérdelo, es tuyo! Ordena


No le conteste y me aparte para verlo, merecía admirarlo, sus arrogancia me fascinaba, lo acaricie delicadamente entre mis dedos índice y pulgar. Su erección fuera del capullo me producía un enorme placer .Era fantástico, cerré mis labios sobre él y lo atrape en mi boca acariciándolo con mi lengua, jugando con su cabeza y bebiéndome sus flujos. Ella gritaba de placer mientras su vientre se contraía en convulsiones ante cada orgasmo.
Su vagina ardía y empapaba mi lengua aun mucho mas en cada uno de ellos que parecían multiplicarse al sentirse invadida con mis dedos su ojo negro.
Sus gemidos desesperados aumentaban e imploraban… ¡¡¡dame mas…!!! Mucho más…y sollozando ¡¡Te Amo…Te Amo!!
Escúchame: ¡Si algún día me dejas te juro que te mato!
Nunca sabrás amado mío, lo que una mujer siente en momentos como este.
Quiero acabar en tu boca en el último orgasmo, con mi último aliento. Empiezo a sentir que estoy por desmayarme, como si estuviera cayéndome, como si flotara entre nubes y el suelo desapareciera, pero a la vez siento tus labios y dedos penetrarme muy despacio y suavemente gozando inmensamente ante cada caricia nueva…
Sus contracciones seguían sucediéndose mientras se desplomaba en la cama de bruces frente a mí que no deje ni por segundos haciéndole acabar- temblaba como una hoja en el viento entre mis manos.
Me dio vuelta en la cama y enfrentándome puso sus piernas como tijeras entre mi cintura acercando su concha a mi orgulloso pene empapado de sus propios flujos. Al encontrarse frente a frente parecían enamorados, se besaron, ella abría sus labios y el lentamente la penetraba fundiéndose los flujos en uno solo, luego el vacio y un silencio roto solo por nuestros corazones.
Parecía que tenían vida propia, el un pez que entraba y salía, ella la Mar, recibiendo.
Nuestras propias miradas eran de asombro, nos parecía increíble algo tan íntimo y tan bello.
Con esfuerzo logramos enderezarnos un poco y nos fundimos también en un prolongado y apasionado beso.
“Si en estos momentos me muero me iría feliz” – musita mirándome a los ojos mientras en intervalos cortos mordisquea mis labios.
“No me importa nada de nada, solo este espacio en el infinito tiempo del amor donde experimento esta dulce y tierna sensación de inocencia infantil. Es como descubrir las fibras más intimas que hoy en mí se despertaron.
Me gustaría poder transmitirte esto que experimento e inclusive describir la sensación de mi tibio, dulce, tierno, húmedo abismo uterino. Es como terminar un ciclo y el renacer de otro más virtuoso.
Y te doy las gracias amado mío de haberme entregado no solo tu cuerpo –quizás aun también tu alma- y de haber tomado en tus manos, mi cuerpo, mi boca, mis ojos y permitirme la libertad de sentir.”


Sin darnos cuenta del movimiento, nuestros cuerpos se habían colocado con voluntad propia en la posición del misionario. Fue como un relámpago que atravesó nuestros cuerpos que nos hizo realizarlo, moviéndonos al compas de mi sexo que seguía penetrándola con una facilidad desconcertante, estábamos sexo contra sexo, boca contra boca, labios entreabiertos, alientos compartidos, mordisqueos, batalla de lenguas, caricias descontroladas, manos que tocan, que recorren, ojos que agradecen...palabras que no se articulan, suspiros profundos, ronroneos, mas caricias, mas ternura, mucho amor, sonrisas cómplices…
Esa noche reías y gemías, y note algunas lagrimas en la cara, te miraba en silencio escuchando tu aliento -tus ojos brillaban -nos quedamos así, el uno en el otro sin movernos, disfrutando, viviendo.
Luego nos levantamos y estuvimos desnudos recorriendo la casa con la mayor naturalidad como amantes de años. Comimos brevemente y brindamos entre caricias y cada caricia era un nuevo descubrimiento, no encendimos la luz pese a la oscuridad de la noche y nos contamos en ese ambiente tan íntimo todos los deseos que teníamos, confidencias de dos almas gemelas.

Mateo Colon













Texto agregado el 02-03-2009, y leído por 246 visitantes. (0 votos)


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