El cielo estába de fiesta, era fin de milenio y como todos los fines
de milenio, los ángeles festejaban a las almas de los nonatos,
aquellas ánimas que por cualquier motivo no habían podido nacer
en esos mil años...
La parte mas sobresaliente de los festejos, era la rifa de
vacaciones para ir al planeta tierra.
Las almas se despertaron tempranito, se vistieron de gala,
se colgaron sus amuletos de la suerte y salieron para el lugar
de la fiesta, todas ansiaban esas mágicas vacaciones terrestres,
esa experiencia humana.
María, el alma número 1,234,560 se retrasó debido a su cojera y
perdió todos los transportes, pero eso no la desanimó y arrastrando
su pierna mala, se fué caminando...
El salón de la fiesta estába hermoso, abarrotado de estrellas, cometas,
lunas llenas, menguantes, crecientes, nuevas y una que otra en eclipse,
manjares venidos de todos los universos atiborraban las mesas, coros
celestiales amenizaban la ceremonia.
Ángeles, Arcángeles, Querubines, Serafines y demás jerarquías celestiales,
servían a sus invitadas y hacían de la fiesta un evento esplendoroso.
En determinado momento, el Ángel Azael pidió la palabra y explicó la
mecánica de la rifa y los viajes ala Tierra, había de todas categorías y
de diferentes tiempos de estadía, te podía tocar nacer en el seno de una
familia rica, una de clase media o de clase baja, se rifaban también las
ciudades a las que llegarías, igual te tocaba en un país en guerra, un país
pobre, una potencia mundial etc. y en cuanto estadías, podias tener unas
vacaciones de minutos en la tierra o hasta de 100 años o mas.
La fiesta y la rifa transcurrieron entre risas y algarabía de los asistentes,
minutos antes de finalizar ésta, se apareció María, el alma número
1,234,560 y se le transfiguró la cara al saber que la rifa ya había terminado...
María se tiró a los pies del Ángel Azael y le rogó que le diera una oportunidad,
-Ángel mío, mi querido Azael, llevo en éstos cielos eónes y eónes de tiempo,
ya mero me iré a fundirme con el todo, por fávor, dáme la oportunidad de ir.
_ María, sabes que eso no es posible.
Un alma vieja que escuchaba se acercó y dijo: Azael, yo ya he tenido muchas
experiéncias humanas, he sido rica, pobre, hombre, mujer, sana, enferma,
intelectual, retrasada mental, curandera, abogado, etc. Si María acepta mi boleto
yo se lo doy.
Azael miró a María directamente a los ojos y le dijo: el boleto es para ser interna
de una cárcel, piénsalo María.
María no tardó ni un femtosegundo en responder que sí. Azael, nada me importa vivir
encerrada, miraré el cielo, me calentaré con el sol, pisaré la hierba, oleré las
flores, conviviré con seres humanos, usaré mis sentidos, podré tocarme, verme, oírme
saborearme y olérme, y hacer lo mismo con los demás, desfrutaré de amaneceres amarillos
y de puestas sol rosadas y moradas, volveré a ver el mar, aunque sea de pasada, Azael,
Azael,¿que esperas? quiero disfrutar ser humana...


Hoy, María es la presa 315 de un reclusorio cerca de una selva tropical.