Y ante los síntomas de
una confusión cardiaca callé,
usando el silencio
como un enfermo terminal
inyectándose morfina.
Ojos melancólicos opacan
mi permanente sonrisa y
la felicidad se vuelve una falacia
ante un cuerpo que se niega a aceptar
que mi corazón te haya negado.
Texto agregado el 02-03-2009, y leído por 74
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