Armonía
Tic, tic, tic. El reloj no deja de sonar, no le importamos. Si fuera un poco más sensible, él se detendría, o al menos intentaría hacer su trabajo de manera más silenciosa.
Hace cuatro horas atravesaste esa puerta jurando nunca volver. Todavía el sol iluminaba nuestro hogar, ahora encenderé las luces para que puedas entrar más fácilmente.
Tic, dop, tic, dop, tic, dop. La gotera de la cocina le recuerda al reloj que no se encuentra solo. Existe un acuerdo entre ambos para torturarme, juegan a ser una pareja viviendo en perfecta armonía, recordándome nuestros primeros tiempos.
Nuestras conversaciones nunca fueron muy profundas, pero al menos nos divertíamos juntos al inicio. Luego la paciencia se agotó, el ambiente se tornaba insoportable cada vez que discutíamos.
Tic, dop, dop, tic, dop, tic, dop, dop. Ni siquiera la pareja perfecta puede mantener la armonía siempre. La gotera perdió el ritmo, puede ser que a estas horas de la noche aumente la presión de las tuberías, o simplemente ese es el destino de todas las parejas.
Lo sé. Sé que perdí el control y actué como un loco, pero tú tampoco colaboraste con tus gritos. Los golpes sólo se me escaparon, no me creía capaz de hacer algo así.
Tic, tic, tic. La gota se cansó, todo tiene un límite y quizá nunca más vuelva a caer.
El sonido del reloj se hace cada vez más lejano, se va apagando poco a poco, no sólo en volumen, sino que cada tic se distancia más del anterior. Los segundos se alargan, la visión se nubla, todo deja de tener sentido. Creo que las pastillas ya están haciendo su efecto.
Jota |