Decidido, necesito una maquina de escribir, no, un ordenador, no; que para ordenadores, ya hay muchos en este mundo.
A saber, están los obispos, que ordenan sacerdotes, los generales, que ordenan a los capitanes que a su vez, ordenan a los reclutas.
Los empresarios, que ordenan a los obreros, los carceleros, que ordenan a los presos y los policías que ordenan a los libres…
Yo creo, que en un mundo donde hay tantos ordenadores, debe ser porqué ya nadie sabe pedir las cosas por favor...
¡Pero no! Yo quiero una máquina de escribir, pero de las buenas. Yo quiero una máquina a la que yo le pida un bello cuento de fantasía y ella me lo escriba, una máquina, a la que le pida una dulce carta de amor para mi amada y ella me la escriba tan tierna como yo la siento.
Yo quiero una máquina a la que cuando abatido, le pida que me redacte el testamento, ella perezosa, se estire las teclas así, desperezándose y me diga que me deje de chorradas, ya que todavía tenemos mucho tiempo para hacer eso.
|