Igual, nada de lo que dije en el texto anterior vale. Porque si escucho MAY BE NOT en el blog de Víctor siento al tiro. Y sentí el día que estuve en la casa de Isidora, o no hubiese podido componer. Y me gusta la lluvia, me gusta como impacta contra mi ventana, y me deprime a la vez. Y esa es la verdad. Que sí siento, pero lo que siento es que soy nada, así que a la nota de Sócrates le agregaría eso. Siento que soy nada, pero lo siento y lo que siento es algo, y es algo que me desmorona si le presto demasiada atención, es algo que me construye de alguna forma fundamental y que no me deja tranquilo, y que me hace parecer un mentiroso. Quizás soy un mentiroso, y me vivo engañando. Probablemente pase eso, el cerebro es tan estúpido, tan manipulable por el contexto, por el medio ambiente.
Es tan desesperante, en el fondo. No deja de ser preocupante. Y nervioso, en cierta medida. No deja de serlo. Total, la noche es larga y siempre son más largas las noches que los días, por eso esa necesidad de dormir, para capear las horas, para pensar que el día es en realidad más largo, porque no, la oscuridad es más cabrona que la luz y le gana todo el tiempo y como quiere, porque la felicidad viene de muestra no más y luego si la encargas te llegan a la casa un montón de cajas vacías, o con suerte con folletos propagandísticos. Te quedas con la cara inexpresiva, esa es la verdad. Porque los recreos son cortos en la universidad, y no sirven para nada. No sirven, porque no es disfrutable, y la lluvia está todos los días muy fría, y te moja las arterias sin que puedas hacer nada por impedirlo.
¿Te conté algo gracioso que me pasó el otro día? Seguro que no. Un paraguas se me rompió y quedó con el alambre a la vista. Y como había viento el paraguas me atacó y se me clavó en la garganta. Fue divertido, y sangré un poco. Podría haber muerto, leseaba luego, en casa. Esa tarde fue buena. Había fuego, y personas, y yo estuve leyendo cosas interesantes sobre los griegos y los alemanes del siglo dieciocho que clasificaban las enfermedades mentales de acuerdo a criterios médicos muy llamativamente graciosos. Esa fue una buena tarde, de las otras no me acuerdo. Ahora me salió un moretón en el cuello, es imposible que sepas esas cosas de mí si estás tan lejos, por eso te cuento, y así vamos creando complicidades enfermizas y bonitas que nos sirven para capear la vida y el presente, para masturbar el corazón, ¿quien fue el que dijo eso, Salva Dávila?
La vida está llena de grandes citas, como en las películas de Woody Allen. ¿Te conté que estaba lloviendo? Obvio, sé que lo dije, lo repito a propósito. No sé, pienso que es gracioso, o que tiene un aire a algo. Decir, por ejemplo, las mismas frases puede recrear cierto estado mental que sería ad hoc al momento. O sea, podría ser correcto mentir y hacerme como que me olvido que he dicho que está lloviendo, sería mentira, porque recuerdo que lo dije, pero sería cierto para evidenciar de alguna forma lo que quiero decir, o expresar. ¿Expresar y decir serían sinónimos en este caso? "Tomo mi guitarra y expreso". Los instrumentos musicales sólo expresan, pero también dicen, de otras formas, como en códigos, como los textos en todo caso. Los textos deberían todos expresar y no decir nada. Lo que dicen no importa, es verdad eso. Quizás es verdad, sería bueno que fuera verdad alguna vez. La verdad es buena, enaltece el espíritu de las personas, igual que los pianos, el viento, y todos esos elementos que nos acompañan desde la prehistoria.
También nos enaltece toda la música que nos precede y que nos hemos ido intercambiando hace años. Está bien todo eso, me parece correcto, eso es verdad también. Afuera de seguro está escurriendo el agua por la calle para abajo, porque Calderón de la Barca es una cuesta, ¿tampoco sabías eso cierto? Para llegar a mi casa hay que caminar por la calle y a veces cansa un montón después que llegas de la universidad, porque son sólo dos cuadras, pero en subida, y se hace lento porque el asfalto parece que te fuera succionando la vida apenas te atreves a dar los pasos necesarios para llegar a donde debes llegar. Se hace lento y parecieran nacerte solos unos grillentes que no te dejan moverte y no pudieras entender que son sólo dos cuadras, que el camino está todo recorrido ya, que la universidad se acabó por el día, que la micro ya cumplió con su parte, y es como que estuvieras ciego ante todo eso, encadenado a la cueva del desconocimiento, como en el mito de las cavernas de Platón, o tuerto, en este caso, o con un resumen de lo que es la vida afuera, con el sol y esas cosas.

1.9.08