A MI MADRE



A ti doncella del altiplano,
mujer que empacaste tus trenzas
en algún rincón secreto de las chacras,
tu mirada cautiva del manantial escaso,
anhela en secreto el aroma primaveral
de las plantas y las colinas húmedas.

A ti que con tus pasos juveniles
profanaste los coloridos quinuales,
por los campos de la mies altiplánica
sembraste tus melodías al viento,
para heredarle al tiempo, tu ausencia.

Desde Cana, la cuna de tu llanto,
por Pajancha desgajando las raíces
para al fin en Sexicha, alzar el vuelo
y venir a posar la ausencia de tu amor
en la planicie de nuestro aguayo amarillo.

A ti mujer, heredera de voces extintas,
precursora de un mañana glorioso,
quiero legarte bajo este cielo noble
los surcos del sendero de la paz,
mis estelas en el río de la alegría.

Por la vereda que cruza el tiempo
buscar los vestigios de mi niñez,
violar ahí la dignidad de las edades
y con la morena picardía infantil,
hilarte una eterna y bella sonrisa.

A ti madre de mis honrosos días
quiero regalarte en un instante mágico,
las hilaridades inocentes de mis hijos
la frescura de la piel de mi nieto
y coronar tus días, con la promesa divina.