Me haces daño…
Lo sé.
Cada llamada distante…
Es una tortura a la razón,
Razón que hastía tu presencia
Pero es un deleite sublime,
Tan sublime…
Para el alma enamorada.

Me utilizas…
Lo sé.
Bañas mi cuerpo con tus besos,
Besos que consumen.
Y yo, como un idiota esperando,
Esperando ocasos y amaneceres…
Y nunca llegan los malditos besos.

¿Me amas?
No lo sé.
Cansado de sentir la herida perpetúa,
Esa, que siempre la mantienes viva,
Siempre sangra….
Siempre duele.

Yo requiero…
Pero me quiero más a mí.
¡Prefiero que se infecte esta perra herida!
A seguir sintiendo tus besos lascivos.
¡Ya no quiero!

Me haces daño…
Pero ya no más.
Los amaneceres se quedan conmigo.
Junto a mi esperanza.
Y te dejo el ocaso,
Junto a mi olvido,
olvido que te escupe.