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Inicio / Cuenteros Locales / Jeve_et_Ruma / Yo te absuelvo

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I

Un olor acre inunda el ambiente, el crepitar del aceite ha crecido cuando dos dedos humanos caen en ella para comenzar a ser fritos. Con letra prolija, Carlos Fuentes anota en su libro de cocina.
* ACEITE DOS CUCHARADAS
* CEBOLLA PICADA FINA UNA
* TOMILLO
* OREGANO
Revuelve la mezcla con cuchara de madera, gira sobre sí y habla a sus comensales:
- Qué agradable es cocinar y más cuando los invitados parecen hambrientos! Lanza una carcajada, nivela el fuego de la hornalla para luego sentarse a la mesa.
Con delicadeza acomoda la cabeza que cortó, ubicándola sobre el respaldo de la silla. Frente a ese extraño “comensal”, el oficial de policía Alberto Herrera tiene la boca amordazada, está completamente atado a su silla y semiinconsciente por el golpe. De reojo alcanza a ver la estola púrpura del cura Ochoa y la sotana negra.
Fuentes levanta la vista y dirigiéndose Ochoa dice:
- Te acordás cuando en Oriente cociné con esas hierbas especiales? Qué delicia!- se levanta y acerca hasta la cocina - Una pena no conseguirlas acá - prueba la salsa, agrega perejil picado y vuelve a anotar en la receta. - Me sorprendieron sus ganas de saber, oficial, pero como dice el dicho...- prueba una vez más la comida, chasquea los labios - Le falta sal... Ah! perdón: "Curiosity killed the cat". Usted no estaba en mis planes, sin embargo, debo agradecer su presencia, no siempre tengo huéspedes tan amables. Qué ha traído de bebida?
Herrera insulta aunque sus palabras no fluyen, hace gestos para tratar desatarse.
- Oficial, oficial - dice Fuentes con un tono bondadoso - Su sangre será mejor que cualquier vino.
Saca un estilete del cajón, se persigna y entra directo en la garganta del hombre. Con precisión coloca una cánula mientras los últimos estertores de Herrera se suceden, deja la sangre fluir en un copón dorado.
- Permiso, voy a higienizarme - dice en voz alta, al tiempo que apaga la hornalla.
Antes de abandonar el cuarto hace la genuflexión ante la imagen de la última cena, réplica de mediocre calidad, el padre Ochoa musita:
- Perdónalo, no sabe lo que hace.
- No es hora para débiles - arremete Fuentes que ha escuchado el murmullo.
El timbre lo alerta, aunque no cerró la iglesia todavía, es una hora demasiado alta para visitas. Las voces se mezclan, órdenes de Fuentes y súplicas del cura.
- Ya vuelvo.
- No tardes.
- Ha de ser...
- Una molestia, sin dudas.
Parado frente al espejo, Ocho acomoda su atuendo, emprolija el cabello y con paso rápido se adentra en el pasillo que separa sus habitaciones de la sacristía. Los pasos se multiplican haciendo eco en el vacío.
- Padre Ochoa, perdón por la hora.
- Siempre se es bienvenido en la casa del Señor, Clara. Pase por favor.
- Necesito confesarme.
- La escucho.
- Padre, tiene usted sangre en la nariz, se encuentra bien?
El cura busca una explicación sencilla que lo haga salir del paso.
- Estaba cocinando, ha de ser jugo de tomate.
Sin más, Clara confiesa sus nimios pecados, Ochoa prácticamente no la escucha, esa mujer siempre es un fastidio, él tiene asuntos más importantes en qué pensar... Interrumpe:
- A qué hora viene mañana el camión del corralón?
La mujer, descolocada, atina a decir:
- Cómo?... A las 9.30... Igual que siempre, calculo...
- Es que me regalaron un jabalí, acabo de trozarlo y quisiera darle los restos a los perros de don Juárez, tiene muchos, pobre hombre, vive prácticamente de la caridad, bastante buena obra hace manteniendo a los animales, yo pensé que mal no le vendrán algunos huesos y a lo mejor el camión me puede hacer la gauchada, le queda de paso... Perdón, Clara, continúe, olvide lo que le dije.
- Tiene carne para dar? Podría dársela al orfanato...
Ochoa se sacude, aprieta los ojos, siente que no puede controlarse.
- Algo más, Clara?
- No.
_ Seis padrenuestros, dos ave marías y un yo pecador. Yo te bendigo en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo.
Clara abandona la iglesia y por primera vez en su vida, gustosa de hacerlo, el sacerdote ha interrumpido su confesión, y para colmo, con una pregunta tan fuera de lugar, inadmisible.

- Deberías haberla traído, es carne vieja pero se puede macerar.
- Por favor - contesta Ochoa al comentario de Fuentes.
- Recuerdo aquel viejo de hace unos años, qué bien salieron esos pies con el oporto y los tomates agridulces!
Ochoa frunce la boca, Fuentes da inicio a la bacanal. Bebe un largo sorbo de sangre, hinca el diente en los dedos fritos, sus mandíbulas trabajan a destajo royendo la carne hasta dejar los huesos pelados. Será una larga noche, debe trozar el cuerpo de Herrera, separar lo que no utilizará, deshacerse de la ropa -no puede adjuntarla a las donaciones-. Luego frizará manos, sexo, vísceras, algún glúteo, todo lo que se pueda comer. Tampoco debe olvidar de sazonar la cabeza que ya se ha descongelado, exquisito manjar para el fin de semana.

II

La tormenta castiga al pueblo sin piedad. Tanta agua ha terminado por inundar varias calles, cortado el suministro eléctrico y hasta las líneas telefónicas. Los detectives Delmónico y Arriaga permanecen en el cuarto que les consiguió el comisario local, en casa de la Señora Lecube. Afortunadamente tienen impresos los registros a investigar, el farol a querosén que facilitó la propietaria acrecienta las sombras.
No encuentran relación alguna entre los ocho desaparecidos. Alguno incluso no vive en el pueblo. Arriaga fuma mientras su compañero sirve café.
_ El faso te va a matar – arroja Delmónico.
_ Ja, decile a todos éstos – señalando las fotos y datos de las potenciales víctimas.
_ Por Dios, ese humor tuyo! Tomá el café.
_ Qué carajos tiene que ver dios con esto? Dame el café. Dios, dios, dios! Qué mierda está haciendo mientras el asesino está afuera? Si es que hay un asesino...
_ Cuestión de fe, mi viejo! Acá son muy creyentes, sin ir más lejos, mañana hay un oficio religioso por la aparición de Herrera.
_ Si, cuestión de fe… Dame los apellidos de todos – pide Cacho Arriaga dando un respingo.
_ Tenés alguna idea?
_ Léelos por favor, algo los une, léelos.
_ Fabián Islas, Alejandra Messina, Eleonora Salaris, Marcelo Basina, Laura Ingrata, Alfredo Palacio y ahora el oficial Alberto Herrera.
_ Ni árabes, ni judíos, ni… Todos “cristianos”- sentencia Arriaga mirando por el ventanal, la lluvia no amaina.
_ Qué querés decir?
_ Hay que volver a hablar con los parientes de cada uno, saber si eran de ir a la iglesia, chupavelas, bah, no sé, por ahora es la única cuerda que se me ocurre. Dejemos a Herrera, ahí hay que repasar los casos en que estaba trabajando. Tiene que haber una puta relación, carajo. Investigaba el robo de un cáliz, verdad? – no espera respuesta –Mirá qué cosa, en cierta forma está casi casi como nosotros, viste? Un policía con años en la fuerza y una investigación de principiante. Sí, tal cual, como nosotros, otra vez al frente de muertos sin cadáver. Nada que hacer, nos toman por pelotudos, siete desapariciones y nadie se movió, ahora, porque le pasó a un compañero, abrieron los ojos? Es lo único que lamento, que haya tenido que ser uno de los nuestros, si tomamos su desaparición como otra más del caso, obviamente. A quién carajo fue a ver Herrera?
_ Informó por radio que iría hasta el puerto y luego terminaría en la comisaría, pero el auto estaba en la puerta de un piringundín – ataja Delmónico, no quiere pensar en el por qué de sus asignaciones a este nuevo caso, Cacho tiene razón.
_Ajá...
_ Bueno, Cacho, cuantas veces dijimos que estábamos laburando y en verdad estábamos con las chicas de la Polaca? No jodas! Las putas del cabarulo dicen que Herrera estuvo pero…
_ Delmo, el cura sabe algo, lo presiento.
_ Eh?! Por? Porque denunció que le robaron el cáliz? Es de oro, che, como ya quedan pocos. Leíste la declaración, no tenemos nada.
_ Por ahora.


III


El oficial Herrera había subido a la patrulla e informado por radio que haría una ronda por el puerto y retornaría a la comisaría dando por terminado su recorrido de esa tarde. No dijo nada acerca de pasar por la iglesia, era un trámite que sólo llevaría minutos y a él le escaseaban, había derrochado mucho tiempo en el cabaret, además, también sentía que debía confesarse, como cada vez que acudía a ese lugar. Sacó de la guantera un perfume para quitarse de encima el olor a mujer, la pelirroja de pechos grandes siempre lo atrajo, aunque usara esa colonia barata.
No pudo dar marcha al auto y se estaba retrasando demasiado, después de varios intentos fallidos, decidió ir a pie hasta la iglesia, cuando volviera llamaría otra vez y pediría que alguna otra patrulla lo remolcara. Llovía salvajemente, se puso el capote, no había nadie en las calles, “con esta tormenta es mejor quedarse en casa”, pensó.
Se alegró de llegar al templo antes de las 20 horas, cuando Ochoa cerraba las puertas. Caminó hasta la sacristía y llamó pero no recibió contestación, continuó por el pasillo y encontró la puerta que estaba entreabierta. La habitación era un pequeño comedor diario, de allí salía aroma a comida. A primera vista, Herrera no divisó al cura, entonces, con curiosidad y sigilo se paró en el umbral. Fue cuando descubrió sobre la mesa la cabeza cercenada. Se maldijo por no haber avisado a la comisaría de su destino y trató de sacar el arma reglamentaria. Un tremendo golpe en la nuca lo hizo caer, giró sobre el piso estirando las manos para evitar la agresión, un nuevo golpe, y luego otro. La violencia de los impactos lo desmayó.


IV

_Todas las posibles víctimas son católicas practicantes. Algunas de ellas, como Alejandra Messina, colaboran en la iglesia organizando colectas.
Hay un dato que no escapa a Delmónico, ninguno tiene familia. El asesino ha buscado bien ese detalle y es evidente que conoce sus relaciones con el movimiento del templo. Es hora de visitar nuevamente al párroco.
_ Algo debe saber el cura, no es tonto, Delmo.
_ Ok, pero una de las víctimas ni siquiera es de acá.
_ Es verdad, pero venía con cierta frecuencia a buscar ropa para el orfanato y otros trámites.
El padre Ochoa no aportó demasiados datos, como anteriormente, lamentó las muertes, “cada noche rezo para que el asesino no siga lastimando a los hijos de Dios”. “La gran virtud de Dios es comprender a todos, a los que lo aman, a quienes lo desoyen o niegan”.
Los detectives regresan a la casa de Lecube luego de la jornada de entrevistas; Arriaga se aboca a una investigación especial. Por otro lado, el cura, tras despedir a los investigadores, apaga las luces y vuelve por el largo pasillo. En su andar oye los gritos recriminatorios:
_ Se fueron esos cerdos? Estuviste demasiado con ellos, qué les contaste?
_ Nada, está claro que jamás te entregaría.
_ Sos un asqueroso cobarde, debí haberte matado hace años, antes de que te enredaras en toda esta podredumbre de cruces y santitos.
_Alguien debe salvar tu alma.
_No seas imbécil!


V

_Te tengo una sorpresa, Delmo.
_Dale.
_El episcopado me informa que el tal Ochoa estuvo al frente de una capilla en Villa Adelina hace veinte años y luego fue enviado a este pueblo.
_Y?
_Mirá... –le extiende un papel con los datos recibidos-
_.....!
_ En veinte años un tipo puede cambiar tanto? Bué, si nosotros mostramos el documento nadie nos creería, jajajaja, porque yo, por ejemplo, tenía pelo! Qué increíble, cómo lo extraño, a veces me paso la mano por la frente, como si todavía tuviera...
_Cómo es que nadie se dio cuenta de esto?? –Delmónico grita azorado, acerca y aleja la hoja tratando de reconocer al cura-
_Y, che, vos lo dijiste, “cuestión de fe”, Delmo, fijate, en un pueblito como éste, piden un cura, el tipo llega, hace su laburo... Listo, a quién se le va a ocurrir pensar que no es el que debe ser?
_Si, pero alguna vez tuvo que haber firmado algo, presentarse en algún lado... Son ocho años los que lleva acá, no es una pavada de tiempo... Una desaparición por año, más o menos...
_Delmo –Arriaga lo mira casi con ternura- vos te pensás que somos los únicos que falsificamos firmas? Y por lo segundo, te repito, a quién se le ocurriría pensar que el cura es un fraude? Si lo tienen casi por un santo en este pueblo, che!



VI

Como la iglesia está abierta, los detectives entran sin problema. No hay nadie en el interior.
_ Ninguna vieja –murmura Cacho Arriaga a la vez que alza el pulgar- tenemos suerte -y avanza por el pasillo central-
Delmónico se persigna y lo sigue.
Traspasando la sacristía encuentran la puerta que da a las habitaciones del cura.
El puño de Delmo queda inmóvil justo antes de golpear, las voces se oyen claras.

_Ya basta, ya basta, por favor!
_Serví de algo y alcanzame la que está en segunda carta a los corintios, esa me gusta y va bien con el hígado de hoy.
_Vienen por vos y lo sabés!
_Callate! Dejá de decir estupideces! Cuántas veces debo repetirte lo que vos me inculcaste? “Dios está en cada uno de nosotros” y bla bla bla, jajajaja, pues como de mí se olvidó, lo consigo en los otros, quién se cree que es para haberme dejado de lado.
_Pero esa no es la manera! Matar, descuartizar, profanar de semejante forma el sagrado instrumento que el Señor creó para su obra, comerse a los hermanos!!!
_Hermanos? Tuyos, serán... No te das cuenta que en sus cuerpos está la esencia, el alma, la fuerza? Sí, lo sabés, vos los elegiste.
_Todavía podés salvarte... –Ochoa solloza-

Del otro lado de la puerta, los detectives escuchan.
_Delmo, tiene al cura de rehén!
Pero a Delmónico no le cierra tanto esta suposición, demasiados años con un rehén...
No espera más, golpea la puerta y se identifica. Entre varios ruidos pueden identificar la voz entrecortada de Ochoa:

_Te dije que vendrían por vos...
_No me queda más tiempo?
_No.
_Entonces necesito arrepentirme, padre.
_Es justo y necesario.

Fuentes espera en el fondo de la habitación, junto a la pared. En su mano derecha, la estola púrpura que debe llevarse para dar la unción de los enfermos, en su izquierda, un cáliz.
Arriaga gira el picaporte y ambos ingresan apuntando. Ante el estupor de los detectives, se coloca la estola.
_Dios, padre misericordioso, te conceda por el ministerio de la iglesia el perdón y la paz. Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre de...
Fuentes interrumpe el ritual:
_En el nombre de quién?
_Nuestro.

Bebe del cáliz y con gesto digno de un mago, extrae de su estola la navaja escondida y se abre la yugular.


La pérdida de sangre es inmediata, poco pueden hacer los detectives para detener la hemorragia, muere mientras lo trasladan.



VII

_Una persona, dos voces y quién sabe cuántas personalidades... Delmo, este sí que es un buen caso para contarle a los nietos, no?
Arriaga observa trabajar a los especialistas en escena del crimen.
_Te diste cuenta lo ordenado que era? Todo con fecha, bien envasado... Propio de esta clase de tipos, mirá: pierna de fulanita y el día, riñones de menganito y el día... El día de “corte” o la fecha en que los mató? Tiene el freezer lleno! Cada cristiano le debería alcanzar para un año, más o menos...
Delmónico lo escucha en silencio, a veces piensa que, cuanto más macabro el suceso, más disfruta Arriaga. Para colmo, ese humor negro...
_Pibe, esa es la bolsa con los desechos?
El policía hace un gesto afirmativo y se retira llevando la evidencia.
_Aaaah, bueno!, pobres los perros de Juárez, con tan pocos requechos deben estar muertos de hambre... No habrá sido carnicero el Fuentes éste? El tipo trozaba, descuartizaba y le daba los sobrantes al camión. Linda manera de deshacerse de los restos, eh, bah, original, por lo menos, no, creo que tampoco, che, tendríamos que contratar a la vieja que fue a confesarse esa noche, no? Buen poder de deducción, o una mente más negra que la del cura, a vos qué te parece, Delmo?
_Cacho, esto es para vos –le alcanza un libro-
_La Biblia!
_Mirala bien... Un pequeño aporte para cuando le cuentes a tus nietos –Delmónico sonríe y niega con la cabeza, ya se está pareciendo a su compañero.

Arriaga abre el libro. Las páginas de las lecturas diarias tienen a modo de separadores, recetas de cocina.

Texto agregado el 27-02-2009, y leído por 533 visitantes. (9 votos)


Lectores Opinan
17-05-2010 Impresionante, bien escrito. malaya
29-06-2009 ayyyy!! que espanto, creia que el cura era el canibal, esta historia es tan interesante que me dio un poco de miedo, habrá seres asï? tan bien relatado que tengo que felicitarlos, me gustó mucho, son unos genios***** silvimar
28-03-2009 No hay que te distraiga hasta que no se llega al final. Es genial. Besos. meyergs
08-03-2009 Me gustaría que junto con el relato, publiques las recetas. Mmm el tomillo no es aconsejable para cocinar la carne fresca. Muy bien relatado y atrapante. zumm
04-03-2009 :O quería que le cocine a Delmónico...jaja. Qué copado está,muy buenas las escenas,muy buenas!. galletita_s
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