Bienvenidos, este soy yo, el escritor. En verdad no tan escritor. Místico me definiría mejor. Quizás sea difícil de entenderme, yo no me entiendo, no me molestaría que no procesaran mis ideas de manera elocuente. Digamos que soy una mezcla de vos y de mí. O una de Nietzsche y Schopenhauer; un pedazo de día y otro de noche; Dios y Satán; quizás sea Rómulo y Remo o tan solo sea Judas. Simplifiquemos y pensemos que soy vos y soy yo. Al mismo tiempo, con retrasos, anómalos, vencidos en el mismo fango.
Estas/ estoy triste, tan desaliñado en las mañana, con demasiadas horas pensadas y no declaradas. Atontado por lo que me rodea en las noches de estupor corriente. Sos/ soy un ente discapacitado de sentimientos visibles, te ves/ me veo como escarcha, en realidad te has convertido/ me he convertido en agua. La congoja ha colapsado en vos/ en mi, tan ocupado en resaltar tu/ mi desconsuelo que no tenés/ tengo tiempo de descifrar que haces/ hago aquí. Confieso: te/ me encierro en (mi o tu… ya no importa en verdad.) casa, esas cuatro paredes mohosas, húmedas me retienen allí, lejos de lo que ve el resto de entes. Te saludo desde mi ventana. No me ves, yo sí, en cambio, te veo. Me preocupa que me conozcas, si alguien lo hace, dejaré de escribir y mi oscuridad se disipará y no tendré excusas para ser quien quiero ser.
Ahora soy Schopenhauer, día, Satán, Remo y no soy Judas pero si soy Caín. Me dejo escribir. Soy el escritor. He caído de un árbol, seca amarilla hoja soy. Soy viento, marea, firmamento. Te miro, me mirás. No soy vos ni tampoco yo. Otra vez aquí me tienes, soy el flamante descubridor de nuevas letras. Anotame como un aprendiz de algún lector y amante de la ficción. Imaginame como vos pero sin ser yo. No te esfuerces en saber de donde soy, es inútil. Soy quien escribe con la intención de que alguien me lea. Soy quien guarda el sueño profano de ser centro de discusiones eternas. Soy quien escribe por necesidad pero a quien ningún sentimiento propio apaga al otro. Soy, así como puedes ver, el escritor.
|