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Hacía poco mas de dos meses que me había recibido de doctora en medicina y por supuesto estaba haciendo prácticas en salud pública pero el sueldo era miserable, y conseguir trabajo en una mutualista era muy difícil.

Por eso me interesó un puesto bastante bien pago como doctora en la principal penitenciaría de mi país.

Siempre fui muy bonita. Soy alta, rubia de cabello largo, buena cola tetas y piernas, doy delgada y mis caderas tienen forma de guitarra.

A pesar de usar túnica todo el día, mis atributos físicos se notaban de lejos y apenas me hago cargo de la policlínica del establecimiento, noté como los presos y algunos guardias se comenzaron a sentir mas enfermos que antes.

Siempre fui una mujer muy activa sexualmente, por eso veía posibilidad de tener sexo sin compromiso.

Como era primavera y hacía bastante calor yo me ponía como única vestimenta mi túnica de trabajo, que es de color blanco y de tela fina. Como es abotonada adelante, bastaba desprender un par de botones para que se me viera o insinuara mas de lo que era recomendable. Si me agachaba, se me veían los senos y si me sentaba enfrente, se me veía la unión de mis piernas...

Lo primero que hago es solicitar autorización al jefe del penal para hacerles chequeos a los reos, ya que hacían mas de dos años que no se hacían y así comenzar a realizarle tratamientos a los enfermos infecciosos, tuberculosos y enfermos de SIDA y enfermedades venéreas.

Uno a uno iban pasando los reos y se les hacía un chequeo de sangre y orina.

Gracias a los exámenes se separan en pabellones aparte los reos con SIDA o portadores, los tuberculosos, y los que tenían enfermedades venéreas.

Debido a la cantidad de exámenes a realizar, pasaba días que no salía de la penitenciaría, hasta que todos los reos fueron examinados y separados para evitar mas contagios y poderles hacer un tratamiento adecuado.

Luego comencé con los exámenes físicos a los reos sanos, los hacía pasar de a uno y los hacía desvestir para luego examinarlos.

Eran mas de tres mil presos, de los cuales habían varios que eran enfermeros y dos de ellos eran médicos que por problemas legales estaban presos.

Solicito al jefe del penal que me permitiera mejorar el servicio de la policlínica, permitiéndome "contratar" a los médicos y enfermeros que había en la cárcel y que quisiesen trabajar por turnos en la policlínica.

Un total de dos médicos y cinco enfermeros pasaron a desempeñarse como ayudantes, además contraté como personal de servicio a cuatro morenos, muy grandes y muy fuertes (además de tener unas pijas enormes). Todas estas personas fueron solicitadas y se observó su legajo dentro de la cárcel y por problemas de servicio solo uno no fue aceptado.

Reformamos, arreglamos y pintamos la enfermería y la sala de internados. Se solicitaron algunos equipos que permitieron que muchos servicios básicos que antes se derivaban a otros hospitales se realizaran en la penitenciaría.

El trabajo fue mucho pero lo hicimos entre todos en menos de dos semanas. Por lo que estábamos muy alegres.

Para festejar, pude pasar con autorización unas de botellas de champan y también sus uniformes nuevos de trabajo, que consistía para los doctores de túnica blanca, para los enfermeros, pantalón y remera blanca y para los auxiliares pantalón y remera azul.

Abrimos las botella y brindamos, todos estábamos con sensación a triunfo por lo que habíamos logrado. Cuando estábamos por la cuarta botella les entrego sus uniformes. Los doctores se colocan las túnicas y los enfermeros y auxiliares se quedan con los uniformes en la mano. A lo que yo les digo, pónganselos ahora, no tengan vergüenza que yo ya los he visto desnudos.

Los chicos se desnudaron y ver juntas todas esas pijas mas el champán me puso muy caliente, por lo que enciendo el equipo de música y comienzo a bailar antes de que los muchachos se vistieran.

Uno de los doctores me invita a bailar y yo me pongo de espaldas a él apretándolo con mi cola.

Uno de los morenos, desnudo se viene por mi frente y me toma de la cintura y me desprende los botones de la túnica, provocando una erección de todos los penes que estaban en la sala. Mi túnica fue retirada y pronto estaban todos desnudos bailando y refregándome sus pijas. Empujo uno de los negros a una de las camas y me monto encima de su pija haciendo que esta entrara muy despacio en mi conchita hasta que estuvo toda metida. Comienzo a cojerlo hasta que se acaba, salgo de él y me subo encima de otro de los negros y le pido a uno de los enfermeros que traiga vaselina y me paso en el culito que estaba deseando ser penetrado, yo estaba muy cerca de mi primer orgasmo, por eso cuando el enfermero me la pone en el culo yo comienzo a acabar gritando y moviendo mi cadera con mucha fuerza, sin importarme el dolor que me producía esa pija en mi culo.

Comienzo a acabarme una y otra vez, cada pocos minutos. Mis nuevos machos me llenan el culo y la concha de leche y otro me la ofrece para mi boca.

Cuando este me llena la boca de leche, yo les pido una tregua, y ellos acceden pero de mala gana. Algunos hacían varios años que no estaban con una mujer.

Me higienizo un poco y me pongo en cuatro patas, entonces les pide que de a uno me la vayan poniendo en el culo. Uno a uno me van cojiendo por el culo y yo lo comienzo a disfrutar como toda una puta. Yo tenía de dos a tres orgasmos por cada uno que me cojía, ya que combinaba el dolor con el placer y me masturbaba con rapidez. Todos se acabaron en mi culo y luego les pedí que en la misma posición me lo hicieran por la concha, que ya estaba muy mojada. Me la ponían en la concha y de tan mojada que estaba no sentía todo el placer que deseaba, por lo que me monto encima de uno y me la pongo en la concha y le pido a otro que me la ponga también en la concha. Era impresionante como se estiraba para recibir sus huéspedes y como me gustaba, estuvimos mucho rato hasta que todos me llenaron la concha de leche.

Por fin, luego de varias horas todas nos dejamos llevar por el sopor del placer y de estar saciados sexualmente y nos dedicamos a un sueño reparador en la enfermería. Yo había solicitado que mis ayudantes estuviesen separados del resto y adaptamos una sala como dormitorio para ellos y otra para mí.

A la madrugada, antes de levantarse me cojieron todos nuevamente y les dije que mientras ellos cumplieran conmigo como mis ayudantes, yo iba a complacerlos en todo lo que pudiera dentro de la cárcel.

Viví tres años como doctora interna de esa cárcel y la conducta de los presos internos mejoró muchísimo ya que todos los internos se retiraban de la enfermería como premio a su buena conducta con una cojida conmigo, y si era gay con uno de mis ayudantes.

Esta historia es totalmente ficticia.

Texto agregado el 26-02-2009, y leído por 691 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
17-03-2009 dime donde vive la mamá de esa niña para ir a jalarla de los pelos, por cochina, jajaja gomez81
26-02-2009 Jajjaja. ¿Penitenciaría es, además, por pene? fraNNco
 
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