Tan solo a 3 años de nuestra nueva vida cerramos los ojos... Es agosto... Temperatura perfecta para un día perfecto. No hay sueño, hay ganas, miedo, alegría y tristeza. Son las 3 de la madrugada. Ella allí y yo aquí. Ambos pensando en nuestra vida juntos. ¿Irá todo bien? Confiamos plenamente en que sí. Qué mas da! Ahora lo que importa es vivir este momento tan extraño. A las 07:55 sale el tren. A las 19:04 llega. Serán 12h juntos, nada comparado con lo que nos espera.
Son las 06:00 y el sueño me ataca, consigo dormir 45min. Arriba, llegó el momento... Las maletas preparadas. Nuevas llaves en mi llavero. Guitarra en mano, maleta y mochila. Mi madre, mi padre, alguno más de la familia y yo salimos haca la estación. Allí está ellla, algo llorosa, su familia... como los quiero a todos y como los voy a echar de menos... Nos miramos y nos besamos nerviosos. Demasiada gente para un momento tan complicado. Algunos no pueden reprimir alguna lágrima, pero da igual, todo está hecho para que salga así, cogemos el tren y nos vamos a continuar con nuestra vida aunque de forma diferente.
Son las 07:45. No falta nada y el corazón nos late a una velocidad inimaginable. Ahora lo estoy sintiendo así. Sonreimos y nos abrazamos a todas esas personas a las que amamos y que nos dieron tanto en nuestra vida. Es el momento de recordar a paso rápido todo el cariño y la ayuda que recibimos de todos ellos. Basta!! No podemos recordar. Hay que ser fuertes y pensar en que pronto los volveremos a ver. Las lágrimas aumentan en cantidad considerablemente a medida que el crono sigue su camino. Llegó el momento, entramos en el tren, se cierra la puerta y comienza a deslizarse por las vías. Fuera la familia, que ya nos echa de menos pero que aceptará esto sin problemas; es cuestión de tiempo.
Dentro del tren allí estamos. Ella y yo, sentados. Ella viendo por la ventana. Yo del lado del pasillo con mi cabeza en su hombro y dejando escurrirse un líquido salado recién salido de mi ojo por la mejilla. Ella me ve, y con su pulgar detiene ese pequeño río de lágrimas. Estoy triste. Detrás de mi quedan muchas cosas que me hicieron muy feliz. Es el momento de recordar detenidamente todos nuestros abrazos: la navidad, las peleas, los cumpleaños, los animalitos... dios mío, como duele dejarlos ahí inconscientes de lo que está pasando. Ella también piensa y también llora...
Pero vemos lo que tenemos delante, nos vemos y sonreímos. Por fin, después de 3 años esperándolo, llegamos a nuestra unión permanente. Es lo mejor que nos pudo pasar jamás.
Nos miramos a los ojos, nos deseamos suerte y nos besamos. 12h después, casi puntuales, llegamos a ese lugar que hasta ahora sólo permanecía en nuestra mente: Zaragoza. Sigue haciendo una temperatura perfecta aunque lo sería más con un grado arriba. Cielo despejado y en la estación, con los ojos rojos pero felices, llamando a esas personas que quedaron atras pero que vinieron en nuestro corazón. Sabemos a quién le debemos el estar donde estamos, al menos yo lo sé: GRACIAS abuela, fuiste un gran apoyo en mi vida musical y en mi personalidad. Eres un ejemplo de belleza y nobleza, TE QUIERO. También GRACIAS a Enrique Bao. Me enseñaste el 90% de las cosas que sé y me diste todas las ganas y la energía que necesitaba para engancharme tanto a esto. Ojalá todas las personas pudieran tener un primer profesor de guitarra como tú.
Paseamos, tranquilos. Sabemos que todos están bien. Llegamos a nuestra casa: pequeña, algo desordenada debido a los cambios que últimamente hubo en ella. Acogedora, con nuestro sofá, nuestro tapiz, nuestra cachimba, ordenador, instrumentos, tele... Estamos deseando relajarnos en ella pero las ganas de disfrutar nos obligan a bajar a la cafetería de abajo. Una terracita sugerente que nos hace querernos como nunca. Al poco subimos, pijama, sofá, colacao, tele, abrazos y un TE QUIERO que jamás olvidaremos... Es el momento de irse a cama.
Celebramos estar juntos hasta la hora de despertarse e iniciar una vida que deseamos sea perfecta... Suena una ambulancia fuera, abro los ojos, y me veo solo... Paredes naranjas, un pentagrama como greca en la pared. Mi armario... mi teclado... mis guitarras... mi casa... No, espera, yo no estaba aquí, ¿qué día es hoy? Veo el teléfono y es un decepcionante 13.10.08. ¿Por qué no es 2011? Almohada húmeda, ojos rojos, me siento entumecido. Hoy quiero más que nunca a mi familia, y sobre todo a esa chica que me acompañó en el viaje de nuestros sueños hacia el lugar más deseado... Ella tuvo el mismo sueño. Deseamos lo mismo... se cumplirá, de eso estoy seguro. Mientras tanto deberemos esperar juntos y disfrutar de lo que nos queda aquí porque sabemos que tarde o temprano lo echaremos de menos...
*Javier Santalices* |