En 53 años es mucho lo que se observa, al menos en un país como Venezuela. Mucha gente en el mundo está analizando lo que ocurre en este lado del continente americano, los comentarios habría que tomarlos en consideración con naturalidad, en todo caso esta es mi versión, la expreso para los amigos y colegas de la página y pongo en ello mi alma y por lo tanto es una reflexión de un venezolano para el mundo:
Los hermanos de estas zonas de latinoamérica saben que la coyuntura politica en nuestro medio no es un tema nada fácil de tratar, sobretodo porque los años en los cuales nuestro accionar colectivo ha permanecido muy dormido ante las sombras del poderoso es quizá un tiempo demasiado largo. En esa historia que hemos vivido sumidos en una tolerancia extrema las desigualdades sociales, económicas, culturales y educativas constituyen un peso generacional que arrastramos desde el punto de vista de nuestras propias responsabilidades ante el propio país y frente a un futuro angustioso que tratamos de construir desde los ámbitos de la heterogeneidad. Aquí en estos 916.445 kilómetros cuadrados existe una suerte de entelequia o la propia realización de lo que somos de una manera muy peculiar, todas nuestras actividades tienen en principio una manera distinta de expresarse ante el mundo que nos observa impávido, ya que la cotidianidad aquí ocurre de una forma diferente y rompe con el sentido común. En este sentido el siglo XX representa a mi entender una gran tolerancia del colectivo poblacional hacia las distintas formas de gobernar al menos hasta el año 1998; ahora mismo a nueve años de la instauración del Presidente Hugo Chávez, de los 25 millones de personas que conforman nuestro país al menos el 50% fue a las urnas electorales, y de este grupo de seres humanos la proporción es de 9 a 4 a favor de la búsqueda de una sociedad distinta. Desde entonces el comandante amigo siempre ha ganado elecciones y la oposición ha sido derrotada.
Este cambio de rumbo histórico lo hemos titulado colectivamente el Socialismo del Siglo XXI y de esta forma con nuestra heterogeneidad a cuestas hemos tocado la piel sensible del imperio; simultáneamente sabemos que estamos afectando con mucha fuerza intereses muy poderosos dentro y fuera del país, en una historia que se resiste a reconocer que al menos en Venezuela ya la gente despertó. Esta es la esencia del liderazgo de Chávez, él se ha insertado con sencillez en el imaginario social de los excluídos y somos millones.
Por lo tanto desde aquí, abriendo la ventana hacia la opinión pública internacional, podemos decir con mucha dignidad que estamos intentando con una gran fuerza espiritual de revertir los espacios de la desigualdad e insertarnos por tanto en un mundo de oportunidades diferentes. Sabemos igualmente que el peso ideológico que estamos tratando de sostener es hilvanado de distintas formas por la intelectualidad y esto nos hace blanco de la crítica de intereses económicos de gran impacto y envergadura. Desde que se iniciaron estos cambios políticos la lucha por el poder tomó el rumbo que históricamente tenía que tomar: una escindida lucha de clases, a través de un proceso dialéctico que aún persiste en la mentalidad de los poderosos que durante tantos años empuñaron la espada del amo y del esclavo. E igualmente estamos conscientes ante la generación que tomará el verdadero testigo en esta larga carrera que la resistencia será dura, que apenas estamos empezando el combate de multitudes para efectivamente lograr avances importantes.
En lo concreto la propuesta política necesita potenciar socialmente para 25 millones de personas el trabajo digno, la educación y la salud integral, el derecho a la vivienda y a formas de transporte eficiente, la seguridad y defensa de las comunidades, el desarrollo armonioso del individuo colectivo en el arte, la cultura y el folclore nacional, la estabilidad en el ámbito jurídico y en las formas de expresión, el despertar de las fortalezas económicas y productivas en la plena utilización de los recursos disponibles.
Para poder avanzar esa misma propuesta tiene que enfrentarse con insigne claridad y concresión a un delito acuciante en las sombras de la burocratización excesiva; al cómo manejar el deslinde asfixiante entre la ética y la política; a cómo nos enfrentamos en la esfera del mal al tráfico y consumo descomunal de drogas que atraviesa nuestra sociedad; a los juegos y abusos perversos del poder; a los siempre preocupantes desniveles del delito común hacia el ciudadano indefenso. En fin, esa siempre presente propuesta tiene que trascender el ámbito de la utopía y éste es un camino a través de las generaciones futuras que tenemos que emprender juntos: los que estamos de acuerdo con los lineamientos del Presidente Chávez y los que no están. Este es el verdadero tema central para poder avanzar, y desde aquí desde este país llamado Venezuela, el Socialismo hacia el Siglo XXI es una interesante búsqueda generacional de una nueva sociedad digna y con un nuevo perfil de construcción espiritual que confronte la terrible sociedad maltrecha y sufrida que heredamos de la centuria pasada. Lo demás es poder ir más allá de nuestras siempre acuciantes pequeñeces humanas y esto sí es una Revolución, un gran salto en la manera de concebir el mundo. ¿Podrá esta sencilla idea atravesar los egos poderosos de los individuos que detentan el poder y se oponen a los cambios hacia una realidad alternativa? Desde México hasta Chile esta historia es conocida, ya tiene 515 años de retumbar en nuestras conciencias, somos y estamos más de 550 millones de ciudadanos en el centro de la tormenta.
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