Por seguirte Dios me convierte en hombre, agradezco en verdad altar y cálida tibieza. Al amarte, seduzco olas mar embravecido, recuerdo cual desespero melodía escarlata ascensión. Por besarte, he conocido pecados del pecado, añoro aves ancestrales, distancia encontrada en vacíos. Al quererte, derramado savia en vientre olvidadizo, atraigo miel tornada néctar.
Entonces se abrirán fauces más feroces, partirán cual desdén en caminos noctámbulos. Quedarán sentimientos hechos nostalgias encontradas, cual mago del hechizo sabrá cuando te escondes. ¿Por qué alguien pregunta si tus juegos son de azúcar, y tus bailes calurosos de duendes sigilosos? He buscado respuestas lugares distantes, y eco coloquial ha tocado semblanza.
Mientras doblan inquietas brisas y alma, vuelvo de nuevo al atardecer; tus ojos explotan pasión. Ardor nos consume y abrasa corazón, cálido conjuro pétalos se rozan. Tal vez no has despertado; pesadez después de grandeza te ha imbuido de certeros disimulos. Al ser vibrantes sensaciones odas envuelven ansiados secretos, he vuelto mil veces a posar manos en tu pecho.
De nuevo intento llevarte escondite, túnel de letargo, pieza que flota; sentir trama inmensa volátil. Asirla con éter y aguantar desespero; girar entonces tus pasos senderos conocidos; sentir heridas profundas. Sin sangre, dolor ni temor; con pasión, ardor y temblor. Sueño que atrapa, te adorna cual locura, invade procesión de no sé cuantos colores, página final. Al desearte he perdido en palabras versos insanos, y sucumbir ante ondas que presagian caminos.
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