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Cantan ladridos, espuma en sus ojos, salen de caza, gimen su nombre.
Sorpresa, que más... llamar angustia?. Todo el lugar en el más completo silencio,
una vez avanzó sobre líneas, líneas de cemento y miedo. ¿Cuál es el color trastocado, difuso?, del que emergen los gritos... una vez más silencio.
Desde diciembre sus pasos son mas lentos, si una noche desgarró los años que pensó le habían servido de algo, ahora simplemente se está quieto. Un fuego recorre su ciudad, y en sus manos el estigma del pecado en la piel. Ahora simplemente prefiere dormir, simplemente está ciego.

El resplandor aparece sobre su frente, tan quieta la figura al lado de su sombra, le dibuja el signo que le salvará hacia el otro lado. La voz tímida enseguida se convierte en grito, gritos dulces del placer servido a la esencia.

¿Cual de todas ellas elegiré?, la pregunta cuesta la vida contesta otro ser. El arrepentirse después será para tí, o para mí, un nuevo escenario. Luego conseguirás resolver, camina tranquilo hacia el agujero, y no olvides no despertar, de este sitio jamás te olvidaras. Pero cuantos círculos he recorrido para enfrentarme al último de ellos, sólo has permanecido ausente sobre mi mente, mas ahora el duelo acabó, y los lamentos se encierran sin poder descubrirse ante mí. ¿Porqué oigo esto?... De las mentes se pueden decir muchas cosas, unas y otras, expuestas y sensibles. Es quizá cada locura planteada, puede ser un árbol, una rama gigante, un espejo y su imagen, una mente, quizá más. La primera se olvida de la otra, o intenta hacerlo, quizás sólo intenta hacerlo. Una de ellas pertenece a este mundo, la siguiente mente será la custodia de su misma especie.
Cada objeto en el lugar que corresponde, pareciera que ella juega con ellos, a algunos los tiñe de sangre, a otros sólo les queda un valor. ¿Cuál valor? ¿Será un juicio? ¿será un quien juzga a quien?. De las mentes poco y nada aparece, algo de sombra en los ojos y ella te observa actuar. Si en algo corresponde el pensar... si en algo realmente funciona como una verdad. ¿Cual valor? ¿quién juzga a quien?
Desde su lugar podría servirse su alimento, y arreglarse en un mundo no tan extenso, para vestirse de negro y en encontrar otras mentes, otras; en un sitio los iguales desaparecen oportunamente, o al menos otra historia más de ese oscuro pesar soslayado junto al cuerpo caído en sus alas blancas, junto al agrio elemento que dicta tu fortuna. Pero otra vez se pregunta... ¿quien juzga a quien?.
En cada espacio, otro más, y ayudado por el encanto que un rostro mágico desata, otro igual quisiera llevárselo lejos, llevárselo lejos de mí.
Te observo, mente y yo, no yo ni mente unidos, no sujeto provocando un predicado, pero cortina ajada al desastre escapa su sopor agónico. Prefiero subir hasta tí sin que el miedo me absorba, pues mente no quiere aceptar tu excusa y mi yo ya levantó sus ojos en esa noche, ya corrió el velo de esa tela, que detrás de ella el fuego hace arder aún más los ojos. Mente... ¿porqué gritas?, desde el lado aparentemente escrito, la silueta me lleva por el camino que otros iguales intentaron penetrar... mi mente pensó en el tiempo, que tal vez se detuvo, y ello preguntó por ti. El sendero es más fuego, mente ya lo sabe y mi yo quisiera compartir esa sabiduría, ¿quien es más?, nuevamente otros saben juzgar. Otra apariencia descrita y plausible, otra más de las tantas biografías cerradas al azar. pero ¿porque a mí?, ¿porque el presente no es igual?, igual al antes, pero... ¿antes quien?
Tu mano fría, mis manos congelan tus manos, otro corazón que deja fría tu sangre, y la mía una vez más. Más seres negros, ya nadie se oculta de estos días sin sol, los días carne, los días sin nada más que la piel fermentando saliva, desde donde nacen los hombres...
Mente ¿porque eres así? ¿que escondido argumento tienes, que hay detrás de ti?
Si tan sólo pudiera borrar las huellas de ti,
si tan sólo pudiera cambiarte por uno de esos espejos deformados que te utilizan como herramienta de seducción al alimento nuevo que se cosecha de la madre oscura.
Viste al cuervo desgarrar tus ojos,
viste al hambre arrastrarse hasta tí,
viste serpientes en el piso y dejaste tus manos,
viste estacas mientras dormías,
me viste caer en sus brazos,
no hubo defensa,
solo un suspiro de agonía
Viste como desde fuera observaba,
viste lo que nadie podría saber...
Cuando parte el último tren a medianoche, puedes escucharlo, puedes oírlo decir tu nombre. Pero sólo las mentes pueden descifrar su misterio, sólo las mentes conocen el camino detrás del bosque, y mi yo ya es uno de ellos.




El sendero apresurado a caer frente a sí mismo. Sentado y cabeza abajo, levanto los ojos para pensar en un tal vez que quisiera resolver hacia una realidad. ¿Podrías encontrarme en algún sitio de este episodio flagelado?, observar la circunstancia y digerir el instante. Mi mano ha traspasado, umbrales que separan mi tiempo, límites degenerados como única causa. La sombra se apodera del instinto, de entrever el devenir hacia lo desconocido que ya he conocido. Como una página en blanco me dibujo sobre una línea, el escenario rodeado formas transparentes, sin daño, sin voces, sin ojos. Objetos que se esparcen en círculos hacia el niño que en silencio te mira tras lo transparente. Puedo sentirte y saber que no te escucharé, el niño se doblega hacia sí mismo y no lucha porque no teme. Cambia el lado de la no vida, consiguiendo lo que se desea, pero irrumpiendo en llanto. Ahora son voces, gigantes escenarios bañados de sangre que fluyen hacia arriba en una pequeña habitación. La sombra y el espejo que la difuminan son apenas visibles, pues la vista considera otros ojos, ya no la niña que siente, ya no es él ni ellos, ya no pueden contenerlo, cuando el circuito de cadenas me estremece al crear ésta imagen, y me pregunto quién soy. ¿podrías encontrar algún lugar para mí en tu corazón sangrante?. Introducir lo que ahora observo desde lejos, la página en blanco ahora es un bosquejo de gruesas líneas negras, todo es un azar sin destino aparente, tal vez esto me ahogue y sienta como el piso me llama a caer, cortándome en pedazos las líneas que por años tiñeron mis labios. La carne servida al deseo, inconfundible olor, pero sujeto al precipicio que ésta mente ha sugerido para mí. El colapso y el caos, todo retumba en una palabra, horror. Pero me acerco, no temo al desastre y me acerco aún más, no quisiera llevarme lejos de la esencia por la que intento intentar. Si el azar estuviera de mi lado, si este dios colocara en mi cabeza su morbo, si el ángel no clavara su espada en mi espalda, si yo consiguiera salir de mi propia muerte, no sería más, no habría alma, tan sólo la máquina reproducida una y mil veces. Flotar por el sendero caído, lo que ésta sombra señala como un símbolo de voluntades, hablo de él, del complaciente yo, del inevitable rasguño del movimiento de sus dedos, de llagas congeladas por los vientos de lo que ha cambiado, y lo que quizás no pueda ser visto como nuevo. Quisiera aflojar la cuerda del niño sin útero, de su silueta dormida pero permanente en mi mente, de su soledad dentro de la burbuja que lo hace eterno. Abro los ojos, y se que hay mucho más de lo que aquí concibo. No podría remediar algo de esperanza, se ha roto su huella en el sendero.

Texto agregado el 18-05-2004, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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