SEÑOR, ¿PODRÍAS CLAVARME?


Señor, ¿podrías clavarme?
Retrata el pudor del hígado sabroso, mas el silencio guiando al puto amanecer

Fresca y emocionalmente muerta.

Tiempo del carpe diem y su molde de dientes afilados... universal desgracia.
Merece compasión, merece el placer de acabar tendido a la sombra del plato final.
Frío, húmedo, hasta el amuleto pegado por deshacerse del desacuerdo. Inútil, plagiado.
Incólume, - por sí mismo puede desaparecer-
¡¡inmaculada!!
Insectos, huestes proclamando salvación. Tiempo.
Guión inútil y cadenas por fracaso, la grieta. Desconsuelo, amalgama de la fortuna, tu supuesto del azar encarcelado.
Sin la miel, me descalzo congelado. Pero será guiada, las huestes carcomen silenciosamente. Ellos no podrían tallar su nombre en pieles con cuerpos.
Cada cual a sus cuevas, por satisfecho en el banquete, encerrado por la forma y sus mil rostros. Inútil, plagiado.
No hay arma pendiente, ni yo mismo, absorbe la santa estela cubierta, placebo sin pronunciar palabra.

Me quedo en secreto.

Alojado, voz que construye el físico humo anaranjado en lisos pliegues, donde el feto leproso sin carne, junta argollas al fuego de su único placer. Presente por intentar, saborea el morbo del ángel de alas negras, con la cabeza degollada y la sangre por el piso del creador humano, tomando este ser, si supiera... por que... ¿sonríes?

Insectos, huestes proclamando salvación. Tiempo.
Bastardo en tu mar de crucificados, de nuevo te odio, me haces escribirte. Como las líneas profesan la herejía, y si creyera que eres divino. Mantendrás los hilos sujetos, no puedo verte de otro modo, me das asco. Vomito en tu rostro y sigues riendo, ¡¡¡¡¡cómo te odio!!!!
Sangre de tu sangre, sangre en los clavos.