Ignacio, cuánto tardaste en llegar, te esperé tanto, pequeño. Cuando llegaste a mi vida, me sentí tan feliz.
Había perdido a mi papá y Dios me daba tu consuelo. Cada día que pasaba y crecíasn en mi vientre, te quería más y más.
Que duro caminar fue el nuestro. Desde que viste la luz nos aferramos el uno al otro, y de ahí nunca más nos separamos. Caminamos solos, mi pena y tus dificultades.
No quería que nadie te hiciera daño, porque no crecías como otros niños. Y seguí luchando cada día un poco. Nunca te dejé solo, ni soté tu mano.
Lloré tantas veces por ti, siempre sola, me esforcé tanto, sin cansarme.
Que largo camino el nuestro.
Y hoy te miro y descanso. Te veo, y veo mi esfuerzo y mi amor en ti, eres mi paz.
Veo en ti a un pequeño sabio, siempre en silencio, pero hablas con justicia y razón.
Nuestro amor sobrepasó todas las barreras de la vida.
Creces cada día y apena pensar que dejarás de ser un niño, te quiero tanto.
Sigue el camino con sabiduría, tu mamá está siempre aquí para sostenerte cuando tropieces en la vida. Yo ayudaré a levantarte porque mi amor por ti es eterno.
Sigue creciendo mi pequeño hombrecito.
Tu mamá.
Noviembre, 2008 |