LOS ALAMOS
Los álamos, altos y esbeltos, uno al lado de otro viven en el interior del recinto hospitalario, sus troncos delgagos y su follaje no frondoso esconden el misterio de la vida, sus hojas pequeñas amarillentas y verdes los cubren todos.
Ellos están ahí muy juntos, se mecen suavemente con el viento, aguantan el calor y resisten los vendavales y la lluvia en el invierno, siempre están allí, silenciosos, mudos testigos de seres humanos que sufren por algún paciente que en pabellón se debate entre la vida y la muerte.
Tan altos son, que casi llegan al cielo para llevar la plegaria suplicando salud, mejoría, para aquel que esta atado a una cama de hospital, conectado a mangueras que permiten el paso del oxigeno, en otras hidratando el cuerpo malogrado con el suero.
Los álamos desde su altura ven el interior de las salas, las camas una al lado de la otra, separadas por una cortina blanca, ellos saben que se sufre, que el corazón esta afligido, que el alma quiere huir y diluirse en las nubes lejanas, lejos del sufrimiento terrenal.
Los alamos tienen una belleza interna y dan luz a los rostros de personas que transitan, y que se preguntan ¿porqué?, ellos silenciosos acompañan a la distancia, cobijan los pajaritos que al atardecer se guarecen entre sus ramas, ellos firmes hablan a la mente y dicen "no pierdas las esperanzas, mañana todo saldrá mejor".
Yo los miro a lo lejos, con mi mirada perdida en el lejano horizonte, y los amo, me dan sombra en el cálido verano, y en otoño me han cobijado de la lluvia, de mis lágrimas, de mis sentimientos de pesar, en momentos de dolor, siempre están allí, sus ramas se enredan, como si se abrazarán, unidos se soporta más el cansancio y el dolor.
Casi nadie los admira porque todos transitan rápido y con preocupación, buscando solución y alivio a las molestias del cuerpo, no se detienen para admirarlos y buscar el consuelo que ellos a gritos dan, con su calma, su pasiciencia, su sabiduría, ¿a cuántos seres habrán oído llorar?, ¿a cuántos han consolado?, silenciosos, siguen allí, en verano, otoño, invierno y primavera, hacer reverencias cuando un ingresa al lugar, juegan con el viento y sus hojas cantan una canción de esperanza y fe.
Los álamos, quietos por años en el mismo sitio, viendo pasar la vida, la muerte, la alegría, la aflixión, el pesar de una partida, o la llegada de una vida.
Allí están los álamos, fieles al tiempo y a los seres que buscan vivir y soñar...... |