LA OTRA DIMENSIÓN DEL MUNDO DE LAS DROGAS


Una noche de viernes luego de asistir a un concierto de música en uno de los parques de la ciudad, Danilo con un grupo de amigos, con quienes ha ingerido una buena cantidad de alcohol, se enrumba por las calles semidesiertas de la ciudad. Son las dos de la mañana. El frío acompaña a los jóvenes que tambaleando y envueltos en algarabía van cantando: “…y la radio nos confunde a todos, sin dinero la pasaré mal, si se comen mi carne los lobos, no podré robarles la mitad…” En una esquina de la ciudad que duerme, los únicos habitantes de la calle hacen grupo alrededor de uno de ellos que ha sacado del bolsillo de su casaca un papel en forma de paquete, mientras otro a procedido a desarmar un cigarrillo que en pocos segundos se ha transformado en un papelillo,- “el cuero”-, en el que en lugar del tabaco, que ha ido a dar al suelo, colocan la hierba. Con destreza el joven que realiza la “operación” lo envuelve para al final untarlo de saliva con su lengua por los bordes, así queda cerrado. Otro ha encendido un fósforo y lo acerca a su compañero que sostiene entre sus labios “el grifo” que se enciende desprendiendo un humo grueso que dibuja figuras surrealistas que se elevan hacia el negro cielo de la madrugada.

Todos participan de consumirlo. Mientras uno fuma “el grifo”, el siguiente espera ansioso su turno. Al final ninguno se queda si dar una cuantas “jaladas”. Ahora la realidad se ha transfigurado en la visión de Danilo. La imagen de la noche se ha vuelto más nostálgica, poética. Le invade una suerte de estado filosofal, mira los rostros de sus compañeros sonrientes, preguntas asaltan su pensamiento. Puede ver, sin mirar, a los cientos de personas que detrás de las paredes, ventanas de las viejas casonas del centro de la ciudad duermen, las visualiza con sus cuerpos engurpidos entre sábanas calientes, piensa que algunas parejas hacen en ese mismo instante el amor ajenos al frío de la madrugada, imagina a niños dormidos esperando que les llegue, como a él, el conflicto de vivir en un mundo que no comprende.

El grupo ha llegado a un terreno baldío, se enciende una fogata alrededor de la cual sentados ingieren más alcohol y fuman otro “grifo”, algunos han sido vencidos por los efectos del consumo y duermen sobre el pasto, los demás se han enfrascado en varios diálogos en los que no hay un tema definido. Sus personalidades no son las que salieron de sus casas, todos son otros, colocados la máscara que la droga y el alcohol les ha prestado esta madrugada. Están en la otra dimensión ganada a precio de alterar sus facultades físicas y mentales. Han llegado a esta dimensión escapando de la realidad que los espera pacientemente.
Cuando los efectos narcotizantes se diluyen, como la madrugada, en la sangre de Danilo, tiene que enfrentar el miedo de ser nuevamente él mismo.