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Inicio / Cuenteros Locales / nomade / El Alquimista 5ta. Parte

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Lulius y Joannes habían despertado a otra conciencia de la realidad de las ciencias, leyendo los escritos de intelectos tan poderosos de la antigüedad.
Diéronse cuenta que las ciencias de occidente navegaban en un mar de ignorancia, del oscurantismo, del ataque artero, de la envidia y de la infamante mentira. Todo eso para desprestigiar, y dañar sin objeto.
Solo los monjes de los claustros cristianos, se preocupaban de pasar al latín los pocos textos que llegaban a sus manos.

Los amos y señores en esos tiempos distaban mucho de conformar una nación. Y solo un reino el de los Francos, había rechazado a los moros en su deseo de tomarse toda Europa.

Estando Lulius leyendo una traducción del griego al árabe, en donde se hacía mención a un imperio que estuvo ubicado más allá de las columnas de Hércules cuyo nombre fue Atlanticus. Su pensamiento lo envolvió, y se dio cuenta que todo tenía un comienzo y un fin.

Un gran imperio Egipcio, había desaparecido.
Una expansión griega con Alejando el Magno, llamado por los árabes Iskandar, había oscurecido.
Cartago nacido de los griegos y fenicios. Destruido por una naciente nación, Roma
Un gran imperio romano de occidente, había desaparecido. Solo quedaba el que aún existía en Bizancio.

Llegó al convencimiento de que caerían los cristianos en el medio oriente y con el tiempo los árabes perderían la Hispania Mora; se dio cuenta que el péndulo iba de un extremo al otro. Nacía un imperio en toda su plenitud en un extremo y después se extinguía y en el otro extremo se estaba formando un nuevo imperio. Tanto esfuerzo, tanto sacrificio en vidas y en bienes. A veces por nada.

De repente un gran revuelo en el Soto de los vendedores de alfombras. Pues se había corrido el rumor, que una banda de sicarios y asesinos habían atacado, las caravanas y las comarcas árabes más tranquilas.

Lulius llego donde estaban varios comerciantes, algunos mal heridos relataban que, esos miserables habían atacado a mujeres, sin el más mínimo respeto por su condición femenina.

El infame jefe de esa banda de asesinos se hacía llamar Cogollo, debido a su depravación por fumar la planta del cáñamo que ya le tenía corrompido su cerebro. Esta planta estaba prohibida en los reinos moros, para estos vicios.

Este engendro de la naturaleza, a quien le corría la baba cuando insultaba y profería maldiciones, mientras zarandeaba a las indefensas mujeres, y se ensañaba con ellas.

Según le relataron las victimas, este siniestro personaje escondía su rostro, pero en un momento y debido a su furia, mostró parte de su catadura, picada de viruelas y lo peor era su boca casi desdentada pues solo le restaba un feo y cariado colmillo, lo que hacía inentendible lo que trataba de articular. Más parecía un perro atacado por la rabia.

Se armaron los guerreros moros, un centenar de ellos y con voces de Ala, Ala cruzaron las puertas de Batalyaws, a dar caza al miserable y cobarde mal cristiano.

Lulius, apenado se da cuenta que ya se han terminado los tiempos de cordura y el entendimiento. Era el comienzo del bandidaje y de la destrucción de la inteligencia.

Dirigiéndose a la Madraza donde lo esperaban IB En Saud y Joannes, ingresa en el recinto y acercándose al moro le dice: --Maestro, ya es tiempo que emprendamos el camino a Córdoba.
Espera le dice el moro—espera que los guerreros limpien la comarca y podrás marcharte en paz. Lulius haciendo un gesto con la cabeza, acepta la petición de IB EN Saud.

Estando Lulius, en meditación en el jardín de la Madraza, se le acerca Joannes diciendo: --Maestro, han llegado los guerreros trayendo a ese criminal, que ha atacado las caravanas de comerciantes.

Vamos hijo a la plaza del poblado y veremos que ha pasado con ese criminal.
Llegando al sitio van constatando como el gentío, ya estaba comenzando alborotarse, ante la presencia del tal Cogollo, quien venía montado bien atado en un asno, pero mirando hacia la grupa, seguido con guerreros con lanzas.

El Cadi haciendo un gesto a la multitud comienza a decir: Aquí tienen al miserable, cobarde que atacaba a gente indefensa, incluyendo mujeres. Este infiel merece la peor de las muertes, igual como le sucedió al resto de su banda de ladrones y asesinos. Pero le tengo reservado el castigo que Ala da estos individuos.

Perderá una mano por la cimitarra del hombre que lo capturo. Además, perderá ambas orejas, como escarmiento ya que no necesitará oír más y quedará encadenado al pozo del agua por todo el resto de su vida.

Liberaremos al noble asno dijo el Cadí, que día a día girando alrededor del pozo, nos surtía de agua, Y el miserable y cobarde asesino, hará las labores del animal.
Y así se cumplió con la ley del Corán, estricta y tácita para con los miserables bandidos.
Lulius se dijo para adentro. Justicia mora, más justa que la cristiana, y mirando a su discípulo le dijo:-- Abre bien los ojos y la mente y saca provecho de lo que aquí esta pasando.

Continuará

Nomade...Todo tiene un tiempo y aquel que ofende
e insulta, llegará a lamentar lo cometido.

Texto agregado el 23-02-2009, y leído por 157 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
27-02-2009 Gracias ***** mancuspia
24-02-2009 CUILONI= CULERO marxtuein
23-02-2009 Le he tomado tedio. marxtuein
23-02-2009 Sigues dando leeciones de vida con este texto tan reflexivo. Gracias Nomade. Es un gran gusto leerte. un abrazo. Sofiama
23-02-2009 Me da pena.De verdad este tramo del cuento no me dejo mas que tristeza. Tal vez sea como dice el texto que asi es la justicia del Coran.Pero la violencia en cualquiera de sus formas me apena. Espero que el viaje continue y encuentren ricos textos que traigan sabiduria-***** SHOSHA
23-02-2009 Cada capítulo, un sin número de pequeños detalles que hacen que uno quede atrapado en tan hermoso relato. Además añado cada quien impartía justicia como estaba escrito.........Una lluviecita de estrellas orientales. almalen2005
 
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