Finalmente, se domeñó el avance del tiempo.
Los científicos más osados sintetizaron dos minutos frescos, que asomaron por el extremo de la destiladora para regocijo de los que llevaban años diseñándolos. El proceso era muy simple, pero nadie lo había hecho antes: se condensaba el tiempo ofrecido por donantes sobrados de él y luego podía usarse sólo para fines provechosos.
A pesar del bajo rendimiento inicial, se abrían muchas esperanzas. En contra, los cuidadores de exámenes y los vendedores charlatanes —los segundos de reflexión eran perjudiciales—; a favor, jubilados y monjes contemplativos, con fortunas en este sorprendente activo inmaterial.
Texto agregado el 22-02-2009, y leído por 114
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Lectores Opinan
22-02-2009
jajá.. muy bueno. Te felicito por manejar el tiempo de esa forma. matiaspregliasco
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