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¿Cuáles son los límites del cuento fantástico? ¿Quién lo define, el lector, el escritor? En los vaivenes de la literatura, las batutas son hierbas que crecen entre gente que no quiere aceptar, o acepta demasiado.


Besar: Tropezar impensadamente con otra persona, dándose un golpe en la cara o en la cabeza. Tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia.

Fantástico, Fantasmagórico: Idem.



¿Habremos muerto? Creo que se hizo de noche cuando de húmedo. Hace tiempo que ya había oscurecido, pero esa noche empezó tarde, cuando el sol. Los árboles caídos caían en simultáneo, como cardúmenes de hojas que esquivaban. Siempre esquivar, y más con poca luz. Qué más fácil que esquivar algo que no te ve, algo que nunca verás. Creo que se hizo de noche. Eran de esas noches húmedas; con olor a viejo recién usado, y sabor a durazno recién parido. ¿Es que sólo desaparecimos con el viento? Los extraños del lugar nos miraban como duendes que no creen en fantasmas, como fantasmas que no creen en ectoplasmas, como ectoplasmas con sombreros verdes de tanto Irlanda. Aunque estoy harto seguro que casi no lo creo, que ha sido todo un gracioso engaño. Con sus guirnaldas que llovían desde antes que el sol. Recuerdo que los tesoros sonaban desde lo lejos; desde el otro lado de las trompetas. Uno de aquellos infiernos nos miraba incrédulo, como si pudiera haber cielo sin. Era como media noche cuando se hizo de noche. Tan de noche que mis párpados cerrados no dejaban ver ni tus ojos, que miraban fijo mis labios dormidos, cómodos dentro de tu boca. Los árboles volvieron a caer, una que otra vez; con todo y cardumen de hojas. Pero el sol ¿Fue un golpe valiente, o un roce tierno de la muerte? Y debe haber sido esa humedad: la del olor a sol tan y uno que no cree en fantasmas para poder creer en duendes o duraznos recién paridos, todos ensangrentados de leche. Mis ojos enmudecidos, empapados de tanto llover guirnaldas, aunque me he adelantado demasiado: es decir, nada. Y era un beso partido, una lengua que se escapa de las garras blanquísimas, de los algodones rosas, de las costillas húmedas. Creo que se hizo de noche cuando el sol. Y debe haber sido: hay tanto para y uno esperando al sol que no tiene que venir. Mejor que los fantasmas sigan con sus duendes y lenguas y espadas y árboles que caen de nuevo. El brillo allí donde todo está claro entorpece la vista. Creo que se hizo, sin embargo, a nuestras lenguas, a leguas del... ¿Habremos muerto?

Texto agregado el 21-02-2009, y leído por 136 visitantes. (0 votos)


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