Desarmemos a Pedro. Pedro es todo poesía. Saquemosle su corazón de palabras, sus suspiros de viento polar, sus ayeres encastrados en las muelas de la memoria de tanto masticarlos, su cenicero mental, su cárcel de piel y su mirada bailarina. En fin, toda la poesía que lleva Pedro encima.
Ahora pedro es un perfecto estúpido, y hasta podría parecer casi un desalmado. Pero cuando Pedro le dice a alguien que lo quiere, lo dice ni mas ni menos que con todo el sentido de las palabras.