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Ese verano sus padres le dieron una maravillosa sorpresa, después de mucho tiempo su padre había obtenido un mes de vacaciones y decidió llevar a la familia al Cuzco, a conocer lo que todos venían a conocer a este país, y a cumplir un sueño de su adolescencia mística y su juventud bohemia en Berkeley.
Asi que los ojos de la pequeña Heather se ofreció la majestuosidad de Machu Picchu, tallado en roca con el fondo de las montanas verdes y eternas, arrullado por el silencio cósmico. Ahí arriba entendió muchas cosas mas y planeo otras que no fueron claras sino presentimientos, su frágil cuerpecito apoyado contra las rocas, sus ojos divagando en la inmensidad pétrea, con los anos ella descifraría todos los pensamientos y sensaciones que tuvo, uno a uno, en una revelación mística que tuvo su exegesis progresiva, como una madeja que su mente fue desenrollando con el tiempo.
Vio el templo de Korikancha, la fortaleza de Sacsayhuaman, los andenes y esa gente cobriza del color de la tierra y de la piedra, y de ojos oscuros lejanos como el viento de la cordillera.
Cuando regreso a Lima algo había cambiado dentro de ella, era como si la niña que había querido jugar con los niños hubiera vuelto fortificada y con mas carácter, y cuando las otras chicas empezaban a hablar de maquillaje y chicos, ella buscaba a los muchachos para participar de sus juegos, y corría detrás de ellos tras una pelota jugando al futbol, ligera y completamente eficiente y dueña de su cuerpo.
Para el final de ese semestre, habían ya varias chicas que tenían enamorado, que salían a sus primeras citas, comenzaban el juego sexual inocente de la pubertad, y en verdad no había muchacho en toda la escuela que no sonara con ella, no habían quien no hubiera deslizado entre sabanas nocturnas, la mano trémula pensando en sus piernas largas, en su boca pequeña y fruncida, en esos ojos azules cielo.
Pero había algo en ella que los desarmaba, ella jamás rehuía a quien la abordara y no entraba o entendía los gestos vagos o insinuaciones coquetas, le gustaban las palabras directas, los diálogos sin segundas intenciones y las cosas que eran graciosas de oír.
Así fue que ningún muchacho intento acercarse a ella de otro modo que no fuera como a un compañero, y de ello nació una jovialidad interesante, aprendió un montón de grosería y el andar con desparpajo de los muchachos, era una pequeña gata rubia con una gorrita de beisbol de Oceanside, “La gringa”, una mas de la mancha, se estaba haciendo bien criolla, bien peruanito, con los carajos y conchesumadres de rigor

Cuando el escuadrón de la muerte se comenzaba a formar sus primeros fundadores como el señor Antenor Quispe aun se reunían en el Bar “El Conejo”. El Bar “El Conejo” aun no era el pudridero que sería unos años después, los fines de semana tenia menús familiares donde los ambulantes iban con esposa e hijos a disfrutar la pachamanca, la patasca y el cuy que les recordaban el terruño, alguna vez se había presentado “La Florcita Carazina” estrella vernacular del Callejón de Huaylas, y los dueños preparaban una chicha de jora bastante agradable.
Por las noches era una historia distinta, las noches eran solo para hombres, con juergas que a veces continuaban hasta el día siguiente y a puerta cerrada, en esas juergas secretas., poco a poco entraron reptando la coca y la putas, y así fue que “El Conejo” empezó a decaer lentamente.
En el baño alguien había escrito encima del inodoro: “Aquí la vida no vale nada”, nadie se había preocupado de borrar eso, y las otras obscenidades que estaban escritas por todos lados, los regulares al bar decían que la frase había sido acunada por un estudiante de San Marcos que repetía esa frase a todo momento cuando se emborrachaba cosa que sucedía a menudo, un estudiante desgarbado de pelo y barba largos y sucios, a quien llamaban “Cristo Pobre”.
Cuando las putas y la coca comenzaron a reinar en las noches de “El conejo”, la mujer del dueño lo dejo y se llevo a sus hijos, fue en ese momento cuando el lugar paso de ser el Restaurante-Bar Recreo “El Conejo” a simplemente “Bar el Conejo”, el lugar se mantenía a flote gracias a los borrachos fieles que llenaban las mesas sucias y desvencijadas cada noche, cuando la situación económica y el vicio de la coca lo requirieron, el dueño decidió envolverse en cualquier actividad que le mantuviera a flote y comenzó a vender coca al menudeo y alquilaba el depósito y almacenes vacios para el comercio con las putas, vendía alcohol de dudosa procedencia a granel a menores de edad a menores de edad, y por un precio especial podía conseguir jovencitas prepubescentes venidas del interior del país.
El espejo del baño siempre estaba roto, también se atribuía eso a “Cristo Pobre”, que había roto el espejo de un puñetazo diciendo a gritos: -Soy feo!, Soy feo!...
Y “Cristo Pobre” era sacado del bar por manos amigas, y cuando solo a empellones y golpes por los parroquianos y el dueño del conejo, pero siempre regresaba, y un día se cansaron de poner un nuevo espejo en el baño y Cristo nunca rompió un espejo mas y se dedico a estudiar a sí mismo en un vaso lleno de pisco barato, y así un día dejo el bar y ya no se le vería hasta varios anos después; cuando “el escuadrón” ya estaba establecido y “El Conejo” tocaba el fondo de la decadencia.

El profesor Arnaud Beauchamp llevaba varios años en Perú, había nacido en Rouen, en la Normandía Francesa, vivido junto a la bella catedral que había resistido los embates de la segunda guerra mundial y sido reconstruida, en la antigua Rouen la capital de Normandía, tierra y tumba de la fiera Juana de Arco.
En Paris, en la Sorbona, se había graduado en filosofía y letras, luego hecho su posgrado en Madrid y después viajado errante por diversas universidades de Europa, Asia y América, para finalmente se había afincado en la facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima.
La razón por la que Monsieur Beauchamp había recalado en la Facultad de Teología fue un misterio para su circulo intimo, para sus correligionarios y camaradas, pues para ellos Monsieur Beauchamp era y había sido unos de los académicos mas tenaces del Maoísmo Francés, y uno de los cuadros mas sólidos del pensamiento Mao-Tse-Tung. Sus periodos de enseñanza por diversos países y diversas universidades habían sido un peregrinaje apostólico, ahí donde había pasado había dejado huellas, ya sea en solidas células del partido, círculos de estudios o entusiastas simpatizantes. Su autoexilio de Francia se había producido debido a discrepancias fuertes y un rompimiento con la línea del partido maoísta Francés, aunque rumores de otras razones, que se guardaban en secreto.
Monsieur Beauchamp había mantenido su vida política en la más absoluta clandestinidad, por un lado estaba el intelectual que disertaba con lucidez sobre Epistemología e Historia de la Filosofía en diversas cátedras del mundo, que había tenido contacto en sus inicios con la iglesia Católica, cosa notoria en sus estudios de los Padres de la Teología Medieval, como San Agustín, Santo Tomas y San Buenaventura. Y había mantenido una postura bastante ecléctica durante el auge del materialismo dialectico en los convulsionados sesentas, que vivió muy de cerca por haber sido alumno de la Sorbona y vivir en parís durante el mítico mayo del 68.
Su vida política había sido secreta, iniciática, excepto algunos archivos de la inteligencia francesa y su participación en los círculos del Maoísmo Francés la había conservado en estricto secreto.
Con la muerte de Mao, su posición fue de la más grande ortodoxia y siempre abjuro de reformistas y reaccionarios, y esto coincidió con su arribo al Perú, donde secretamente estableció lazos con el secretario general del partido Maoísta en el Perú, el inefable Guzmán.
Manteniendo ante la sociedad convencional su reputación intachable, opto por la naciente escuela de Filosofía de la facultad de Teología de Lima, reputada institución en el mundo eclesiástico, y en la cual su persona pública pudo dedicarse por completo a dar cátedra de Ontología e Historia de la Filosofía Medieval en los placidos ambientes de la Facultad encontró sosiego y protección.
En esos años Perú vivía los últimos tiempos de una dictadura militar que había comenzado en 1968, fue en ese tiempo cuando se gestaba lo que sería el baño de sangre de la historia republicana del Perú, el partido Maoísta Peruano, por el Sendero Luminoso de Mariátegui, preparaba la guerra civil.
Los anos en la Facultad de Teología, y probablemente los anos cronológicos habían hecho mella secretamente en las convicciones políticas de Beauchamp, ligeramente una ligera brisa de humanismo y espiritualidad se colaban en su espíritu atribulado, así fue que dejando de lado su ascetismo y recordando su juventud Parisina, redescubrió la bebida.
Y es que el timido Rouennais había sido uno de los más reputados bebedores en los bares y boites del barrio latino, una vez bebió una botella entera de Calvados en una apuesta ante la mirada estupefacta de sus compañeros.
En Lima frecuentaba el Bar Queirolo, donde el doctor era parte de la geografía cotidiana, pero pese a su nueva vida bohemia y a su intimo nuevo creciente escepticismo contra su credo Maoísta, había colocado estrechamente con Guzmán profesor de Filosofía como el, que muchas veces había requerido de su apoyo en puntos álgidos de su doctrina. A instancias de Guzmán, Beauchamp había asistido a numerosos congresos del partido, y observando, y en conversaciones privadas, y utilizando esa profundidad de visión del intelectual capaz había sopesado profundamente al líder del partido, y lo que vio le aterrorizo.
Y si su adhesión al Maoísmo había sido su religión secreta, secretamente dentro de el, abjuro y abominó de ella. Pero lamentablemente el ya estaba demasiado comprometido con el curso natural de los acontecimientos y lo que se venía ya nadie lo podría parar, a menos que…no, eso ni pensarlo.
Asi Beauchamp opto por beber con encarnizamiento, bebía sabiendo lo que vendría, como una pesadilla que pasaba ante sus ojos afiebrados, y entonces cuando la izquierda peruana atropellaba en masa tratando de entrar en la carrera electoral, al Sendero Luminoso decidía en Congreso Extraordinario “Iniciar la Guerra Popular”, una parte de la dirigencia había tratado de calmar los ímpetus de Guzmán y el ala radical, pero Guzmán aplasto a la oposición y rodaron cabezas. Y el sabia de donde habían venido esas ideas, quien pudo haber azuzado esa oposición desde las sombras…si, era ese francés que desde las tinieblas se mataba lentamente bebiendo, el desertor, el traidor, el perro reaccionario que debía morir de los primeros.
Cuando el primer sabotaje en día de elecciones en Ayacucho, cuando el primer ataque y primeros policías muertos y cuando perros amanecieron colgados y destripados en postes de luz en Lima, Beauchamp entendió que su suerte estaba echada, para este tiempo ya la Universidad estaba a punto de echarlo por alcohólico impresentable, Beauchamp dejó atrás la Facultad y sus libros y se refugió en las calles, de las que nunca mas saldría.
El “Cristo pobre”, como le llamaban, tenía una razón para su decadencia, tenía una pena de amor irremediable y patética, de esas que dejan el alma en carne viva.
Pero no siempre había sido así, en los comienzos del rock subterráneo en Lima, se había integrado a “la movida” con verdadera pasión, seguía a Leuzemia, Narcosis y las otras bandas, y nunca faltaba en el centro cultural “magia”, sede frecuente de conciertos y eventos contraculturales en Magdalena.
Asi había formado su propia banda, en la ética punk del “hazlo tu mismo”, su banda se llamaba: “los Cholos” y era un hibrido peruano del street-punk u OI! Ingles e influencias peruanas, como quenas y zamponas, tenían una propuesta bastante interesante. Los integrantes de la banda eran además del Cristo, un muchacho expulsado de la escuela militar al que llamaban “El teniente”, y el punk más famoso de todo Magdalena. Walter “rompe wáter”.
El trío liderado por el Cristo tenía mucha energía en el escenario y hasta tenían un pequeño grupo de seguidores que los consideraban lo más cercano a una banda skinhead londinense que se podía hacer en el Perú. Cristo componía canciones que eran slogans de rabia y reivindicación, de identidad de clase obrera, patriotismo y orgullo racial. La movida subterránea de aquel entonces estaba dominada por la retorica anarco-izquierdista iniciada por the Clash y continuada por bandas como Crass y Dead Kennedys , los cantos nacionalistas de “Los cholos” les sonaban a Fascismo, y la mayoría de gente en sus conciertos los abucheaba y trataban con desprecio, pero a fuerza de perseverancia y de resistencia a botellazos, escupitajos e insultos, se había hecho tolerar y asi tocaban frecuentemente con toras bandas.Los muchachos disfrutaban del estilo de vida de la banda, se emborrachaban antes y después de los conciertos y después siempre había algún chongo, alguna bronca, o si no siempre se podía ir a la no-helden o a los bares en Quilca, a abollar pitucos o a conseguir culos fáciles.
Fue en los conciertos cuando la propaganda comenzó a llegar, se respiraba un clima de violencia generalizada, tensión y miedo en el ambiente, manos anónimas dejaban en lugares estratégicos panfletos mimeografiados que eran exhortaciones a la revolución, al pensamiento y a la acción seria, a la acción subversiva contra el sistema. Y en medio del caos ideológico de la movida, los panfletos esos sonaban a cosa seria, a realización de las veleidades revolucionarias de muchos ahí, pero el alcohol y la música, y entonces la sala del concierto se comenzaba a llenar de agua sucia que venía con papeles y restos de excrementos, y del baño salía completamente ebrio y tumbando la puerta de un botazo Walter, con un inodoro bajo el brazo, Walter “el rompe wáter”.
Walter había decidido hacer realidad la imagen que todos tenían del, una caricatura de sí mismo, y fiel a su titulo aprovechaba cada buena borrachera y ocasión para tumbar inodoros, pero en verdad su apodo no venía de aquello. Algunos años atrás Walter (que sufría de estreñimiento crónico) había ocupado el baño en casa del Teniente y había dejado el mojón mas espectacular y memorable jamás visto, intento jalar la cadena, intento hacerlo pasar con baldes de agua arrojados con energía, pero el mojón seguía ahí, inamovible, palpitante y marrón-verdoso, como mofándose de sus vanos esfuerzos. Luego trato con acido muriático, lejía y detergente, por ultimo trato de destruirlo a golpes con un palo, nada paso…y tras mantener a la familia del teniente sin inodoro por una semana, fue forzado a recoger el mojón con sus propias manos y enterrarlo en el jardincito de la entrada de la casa, de ahí venia su apodo.





Texto agregado el 21-02-2009, y leído por 192 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
06-04-2009 muy buena cholo esta segunda parte! , quien es "Cristo pobre "??? y Walter??? los llege a conocer? Erickmovimiento
 
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