Solitarios, silentes
Zigzagueantes,
Sibaritas de los soliloquios,
Surgen soterrados,
Asaltando siniestros
La psiquis somnolienta.
Menguan en menuda
Mudanza, maliciosamente,
La otrora mansedumbre,
De momentos macerados
En la mezclada memoria
Con macilento marasmo.
Con eficiente ciencia,
Siembran sombras serviles,
Sobre los antes sólidos
Cimientos sensibles
Que sostenían la suerte
Del amor silencioso.
Le menguan la manera
De mostrar la maravilla
De memorar mensajes
Magnos, melodiosos,
Mudos milagros
De todo lo morado.
Con corrosiva coerción
Carcomen certidumbres
Copiosamente conservadas,
Trocando en construcciones
Crujientes, caóticas,
Lo que antes fuera
Calmo candor.
Y así nos arrastran,
En lúgrubes arpegios
Por tenebrosas dudas
Que destruye las certezas
Que sostenían nuestra dicha.
Fantasmas de la duda,
La artera, infundada sospecha,
La evidencia no confirmada
Más que por la bruma
Que despiertan los espectros
De la incertidumbre
Hundiéndonos en la penumbra
De la angustia, la perplejidad y
La desilusión.
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