Las 8 de la mañana y para mí aún no se ha acabado el día.
Me miro las manos, sangrando, caen gotas rojas en la moqueta, no tengo problemas en la sangre. Esos se los quedaron todos mi cabeza. "No quiero callarme" "Te he dicho que te calles" "Sueltame, expulsame".
No puedo.¿No quiero? ¡¡No puedo!!
Y me paro a pensar. Me detengo enfrente del espejo y no me reconozco. ¿Dónde se ha perdido mi reflejo? Quiero huir y quiero anclarme. Desaparecer de los ojos del mundo. No me asustan improperios. Me doy miedo de mí misma.
¿Loca? Absurda. A veces pienso que no sirvo ni siquiera de mal ejemplo. Se me cae la bandera encima. Y consigo llegar. A la mitad de la Nada. Al centro del mundo. Llego y me siento. Las páginas vuelan. El rojo con el que escribo es solo tinta. Me derrumbo sobre mí misma. Debería haber dejado de luchar. Debería haberme quedado en la mitad del camino. Pero llego, y me siento. En el centro del mundo. En la mitad de la nada. Me pides que escriba para ti y yo me pregunto....
¿Quién eres?¿Quién soy?
¿Cómo escribir nada coherente cuando solo quedan lágrimas?
¿Y acaso importa lo que yo sienta?
¿Acaso tiene algún sentido rellenar hojas y hojas de papel vacío que nadie va a leer y mucho menos entender?¿Qué, probablemente, acabará quemado?
Pero quedo yo, impresa en mis caóticas páginas, y una vez haya muerto, seguiré estando aquí, impresa en letras de colores. Yo, que siempre elegí el negro entre la gama cromática, quizás por su ausencia, puede que por su absoluta presencia.
Mi mente va más rápido que mis letras. Quiero contaros una historia pero no sé por donde empezarla. Las ideas se confunden, será que empiezo a estar demasiado triste, en cualquier caso, ¿serviría de algo?
Me encuentro con ellos, en la vida, en la muerte, en la mitad de la nada, en el centro del mundo, y no se resumir sus historias. No se enlazarlas de forma que cobren sentido. Ni siquiera en mi interior adquieren una forma fija. Tan solo son voces, que a veces desaparecen, pero ¡siempre vuelven! Mutan por sí mismas. La almohada me ha confesado la clave del éxito, un libro que será leído, pero ¿realmente quiero escribirlo?¿Realmente quiero que se lea? Solo tengo una idea, un frágil esquema. Alguien me dijo en una ocasión que, si nos fijamos bien, podemos llegar a ver los pixeles que nos forman. Quizás no seamos más que eso, un pequeño grupo de pixeles que juegan con nuestro aspecto.
Prozac, pastilla de la felicidad. El sol, astro que mueve el mundo. La luna, mi enamorada. Y yo me pregunté ¿porqué no?
" Amanecí al tercer día. En un psiquiatrico. Curioso invento "
Doy tumbos por el mundo y me pregunto ¿porqué no? Visualizo mis muñecas sangrando, hasta quedar secas.
No se donde se esconde, ni se donde esconderme.
No se nada, lo se todo.
No entiendo de que me hablas, o no quiero entenderte.
¿No lo ves? No lo olvides.
No pierdas la ilusión. No derrames más lágrimas.
No te quedes ahí parada. No camines.
No lo busques. No lo encuentres. No des pistas equivocadas.
¡BASTA! ¡Palabras! ¿Solo palabras?
No se. ¿No quiero?
El tiempo irrisorio pasa a mi lado sin detenerse. No tiene prisa, pero no lleva paussa. Vuelvo a escuchar aquella vieja canción que me recuerda lo que he perdido, que hace que mis lágrimas pugnen por salir. Vuelvo a escuchar esas voces, y mi corazón tiembla, entre pálpito y pálpito. Soy idiota. Soy humana.
Convertida a carne y hueso, mi sangre se empeña en pararse, coágulos marchitos a base de alcohol y viejos recuerdos.
¿Qué te queda cuado solo ansías la muerte?
¿Qué te queda cuando nadie consigue sacarte una sonrisa?
Un rostro mustio, una vida apagada. Un círculo sin principio ni fin. Sin sentido. Un valle seco. Un río congelado. Una Fantasía gris, llena de huecos. Normas por quebrantar. Y el silencio. Siempre quedará el silencio.
A nuestro lado, siempre el silencio |