TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / borarje / Amores desapercibidos

[C:393174]

En el estacionamiento del centro comercial estaba por abordar mi auto compacto. A mi lado llegó un hermoso BMW, azul intenso, los reflejos del sol radiante caían sobre su lustrosa pintura y lo hacían ver más hermoso. Como ráfaga, pasó por mi mente un pensamiento con dejo de envidia --¿Algún día tendré uno de esos?

La conducción del vehículo dejaba ver a una persona muy segura de sí, directa, alguien que sabe lo que quiere y a dónde va. Apagado el motor descendió una mujer de edad madura, muy bella, muy elegante, muy atractiva, una mujer de esas que atraen las miradas, que obligan a admirarlas.

Por un momento se encontraron nuestras miradas y para no importunar volví a lo mío con disimulo, pero su voz me hizo regresar los ojos hacia ella.

--¿Alberto? ¿Eres tú?

Como mi nombre es Alberto no pude más que extrañarme, sin responder debido a la turbación. Trataba de recordar en dónde me pudo haber conocido esa mujer. Notando mi extrañeza se volvió a dirigir a mí.

--Soy Mónica ¿no me recurdas?

--¿Mónica? --y como un destello brotó su imagen desde lo profundo de mis recuerdos --Pero claro, Mónica... ¡Caramba! Pero qué bella, se diría que los años no han pasado por ti.

Habrían transcurrido al menos 20 años. Entonces tendría yo unos 22 ó 23 años de edad; ella, unos dos menos que yo. ¡Qué tiempos aquellos! Recién había egresado de la universidad y me preparaba para iniciar una carrera profesional, Tiempos en que la diversión lo es todo, pasarla bien era lo primordial, vivir el momento ante todo y disfrutarlo sin ocuparse del mañana.

Pero ahora Mónica proyectaba una imagen muy diferente. Apenas la podía reconocer. Ya no era la alocada jovencita de pantalón muy ajustado, provocativo a más no poder. Ahora vestía muy elegante -y al parecer a un alto precio-. Lucía un conjunto beige; falda y saco con blusa de seda azul claro.

--Pero qué asombrado estoy; cuánto tiempo ha pasado y tú tan hermosa como siempre.

Mónica se acercó sonriente para propiciar un abrazo. Nos lo dimos con mucho afecto. En ese instante, al tenerla entre mis brazos, al percibir un fresco aroma a violetas, no pude menos que recordar aquellos momentos del pasado, cuando la sentía jadeante de placer, excitada, gozando en nuestra desnudez, haciendo rechinar la cama de un motel.

Mónica me sacó de mis pensamientos.

--Dime, ¿qué ha sido de ti? --preguntó con gesto de interés.

--Pues... Nada extraordinario.

--¿Supiste que me casé? Tengo tres hijos, ya están muy grandes. Por desgracia enviudé hace cuatro años, pero me ha ido muy bien haciéndola de madre y de padre a la vez. No me volví a casar. Ahora soy ejecutiva de una empresa financiera --dijo con orgullo.

--Lamento lo de tu marido, por lo demás me alegro, siempre fuiste muy activa, que bien que hayas podido salir adelante.

--¿Y tú? --preguntó enseguida --¿No me cuentas algo? --Lo último que supe de ti fue que te casaste con Cristina. Por cierto, no me invitaste a la boda.

--Pues... sí, así fue, pero... pero las cosas no salieron como esperábamos. Nos divorciamos hace cinco años, o seis, ya no sé. Así que estoy libre, solterito. Los dos niños que procreamos se los quedó ella, y como se fue a vivir al extranjero pues prácticamente no los veo.

--Qué lástima, pero ¿me permites opinar algo?

--Sí, dilo.

-- Siempre imaginé que pasaría así; una mujer como Cristina no era para ti.

--¡Vaya!, pues dime, ¿cómo debe ser una mujer para mí?

--Tú necesitabas otra cosa muy diferente.

--¡Ah sí!

--Necesitabas una mujer como yo... pero ya está, las cosas no se dieron. Te dejaste llevar por la "niña buena", por la niña bonita, la hogareña, la virgen que estrenarías en tu noche de bodas. Y me hiciste a un lado, pensaste que ya era suficiente entre nosotros. Dijiste se acabó y listo, después de lo que habías gozado a costa mía. Habrás pensado que una mujer como yo no sirve para esposa.

--Calla Mónica, eres muy cruel... ¿A qué viene esto?

--Veo que no cambias. Prefieres callar antes que enfrentarte a la realidad.

--No es eso...

--¿Crees que no? Dime que nunca pensaste en mí mientras lo hacías con ella...

--Mónica, por favor...

--¿Alguna vez habrás deseado mis caricias?

--¡Qué pretendes con esto! Las cosas se dieron como se dieron y basta. ¿Por qué estos reproches? Tú y yo nunca hablamos de nada en serio.

--No, jamás hablamos en serio, sólo nos metíamos a la cama y a gozar ¿verdad? Era todo lo que te interesaba de mí. Y pensabas que una mujer como yo servía sólo para eso. ¿Acaso alguien como yo sería capaz de llevar una familia? ¿Acaso una mujer que se entregó a ti sin que fueras el primero, y que seguramente no serías el último, podría ser fiel a su marido?

No encontraba palabras para responder, en realidad tenía ganas de largarme de allí, dar media vuelta y dejarla hablando sola, pero algo me detenía y hacía que sus reproches, cada palabra, resonaran como un golpe seco en mí cabeza. Y no encontraba cómo contradecirla.

--Entonces... ¿Tú querías algo más conmigo?

--Pero qué idiota eres... ¿Nunca lo notaste mientras hacíamos el amor? ¿Nunca sentiste mi entrega, mi gozo delirante, mi extasis? ¿Nunca te transmitió nada todo eso? No fuiste capaz de percibir más que las sensaciones corporales.

--Insisto, nunca hablamos... Y no me culpes a mí.

--No, tú sólo ibas a lo que ibas, no tenías tiempo para más, al menos conmigo. Mira, yo te amaba, lloré mucho el día que nos despedimos. Lloré más cuando supe que te casabas. Esperaba más de ti. Pero ya está, eso ya pasó.

-- Nunca es tarde, podremos volver a intentar...

--De eso nada, ni lo pienses. Mira mi cuerpo, disfrútalo con la mirada, porque jamás lo volverás a tener como lo tuviste.

Dio media vuelta y se retiró caminando de manera sensual, moviendo las caderas provocativamente, excitándome a cada paso... Comprendí que también la amaba y por imbécil la perdí.


*En Cancún, costa mexicana del Caribe


Texto agregado el 19-02-2009, y leído por 557 visitantes. (39 votos)


Lectores Opinan
22-09-2009 Suele suceder. Y bien desarrollado tu cuento. Poetacacho
29-08-2009 Un encuentro con el desencuentro. Un viaje al pasado para estrellarse con el presente que se cree olvidado. Relaciones humanas truncadas y encadenadas a ilusiones rotas y un deseo de venganza que se satisface a destiempo. El mayor encanto que encuentro en este texto, es que posibilita al lector a continuar la historia por su propia cuenta de acuerdo a su condición humana. ¿Le rogaría Alberto a Mónica empujado por su soltería o por ambición de la fortuna y posición laboral de la mujer? ¿Perdonará Mónica en aras de los momentos apasionados y del amor que le tuvo? ¿Volverá con él sólo para continuar sobajándolo como una venganza continuada? ¿Se reunirán los personajes para continuar su romance inconcluso, ahora con las cartas sobre la mesa? Interesante texto, un placer leerlo.*****Afectuosos saludos. sagitarion
29-05-2009 Muy bueno... sutil venganza en plato frío. margarita-zamudio
06-05-2009 ¡¡¡Me ha gustado este cuento entretenido, ágil y que sucede en derredor nuestro más de lo imaginado!!!*********** almalen2005
02-03-2009 Eres sorprendente!! te vine a invitar y me encuentro con este relato , entretenidísimo por lo demás :D miles*********** vilyalisse
Ver todos los comentarios...
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]