Rosa, una joven de treinta y cinco años, estaba preparandose para ir a la oficina.
Suena el telefono, deja todo, y se dirige a atender, levanta el tubo, y dice, ¿hola?, solo escuchaba.
-¡Necesito hablar con usted!, y corto, era un hombre.
Parte a la oficina, llega, toma asiento en su lugar, y, suena el telefono, ¡por favor, necesito hablar con usted, por favor!, y corta.
Rosa ya estaba desesperada.
Cuando regresa a su casa, entra y escucha el telefono otra vez, corre a atender y el hombre casi llorando, -¡por favor, por favor, ayudeme!, y corta.
Rosa se puso alterada, piden que intercepten la llamada y le faciliten el nombre y el numero telefonico.
Se lo dan, Rosa marca y atiende una mujer, Rosa corta.
Rosa estaba muy mal, llego a pensar cualquier cosa, cualquier desgracia, cualquier problema.
A las dos horas, Rosa vuelve a llamar y nuevamente atiende la mujer.
Luego abandono el intento.
Pasaron dos semanas, y el hombre no llamo mas.
Suena el telefono nuevamente, y Rosa corre a atender, grita-¡hable, hable!, ¡hable por favor!, un silencio por unos segundos, y luego escucha, -¿que pasa Rosa?, ¡soy tu madre!
MARIA1 |