Nubes oscuras y cargadas... viento incesante y en gradual aumento... los árboles se inclinan y gimen bajo su embate... la oscuridad se adueña del día... son los avisos de que comienza la tormenta...

Primero unas pocas gotas cayeron levantando pequeñas nubes de polvo en la tierra seca y agostada por el calor del verano...

El viento intensificó su gemir tremolante... las chapas del techo comenzaron a golpearse unas con las otras... la temperatura descendió abruptamente...

Una cortina de agua empezó a tapar a los cerros cercanos, dando la impresión de que se iban desdibujando...

En ese instante todo el furor de los elementos hizo impacto en la casa... lluvia y viento golpeaban uno tras otra y conjuntamente a la construcción... el agua chorreaba de las paredes, los canalones eran incapaces de desagotar tanto líquido al mismo tiempo... alguna ventana dejaba entrar un hilo de gotas a través de una juntura mal terminada...

Al inicio de la lluvia el suelo, sediento, atrapó todas las gotas que lo azotaban pero luego, colmada su capacidad de absorción, fue incapaz de incorporar más agua a su masa y comenzaron a formarse charcos y pequeños cursos de agua que desembocaban en la colectora...

En ese momento la energía eléctrica desapareció... salieron a relucir velas y linternas para hacer frente a la oscuridad que envolvía todo...

El viento, ululante y despiadado, hizo caer hojas y pequeñas ramas de los árboles, cubriendo el cesped de desechos y trayendo basura de quién sabe que lugar distante...

Tan rápidamente como se había desatado... cesó la lluvia... el viento colaboró en empujar las negras nubes alejándolas hacia las montañas...

Los pobres habitantes de la casita salieron a ver qué cosa podían salvar de los restos surgidos en la furia del cielo...