Limpio el barro de entre mis uñas, sacudo el polvo de mis rodillas heridas, aprenderé a caminar erguido, quiero ver el cielo. Y si las lágrimas me liberan que tengan largo recorrido hasta la tierra donde llegue sólo su esencia formando charcos de seca sal, sin humedad. Atrás queda la mazmorra llena de falsa felicidad, vacía con la fuga de mi risa fingida sin puerta que se complazca por el cerrar de una llave. Recorren azules los surcos de mi piel, arden mis ojos esperándote... ...libertad, ahora seré yo quien no mire hacia atrás.
Texto agregado el 17-05-2004, y leído por 202 visitantes. (2 votos)