"Querido padre se que te he defraudado pero cuando leas lo que he escrito en mi diario, al menos sabrás cuales fueron mis razones, ese es el único motivo de que este diario exista…"
Las lágrimas nublaban los ojos de Raúl do Santos a medida que pasaba las páginas.
"Cuando recuperé la capacidad para hablar insistí a los doctores para que me escucharas, pero ellos me convencieron de esperar un poco más, hasta que recupere mi estado físico completamente. Yo accedí a sus sugerencias porque sabía también que no era bueno para el tratamiento que tuviese contacto con gente del exterior pues traerían gérmenes que afectarían mi recuperación."
"Finalmente con el transcurso de los días mi recuperación fue milagrosa. No solo podía hablar padre, también podía mover con fluidez todas mis extremidades, como si nunca hubiese estado enfermo."
"Aun así no debía verte, pero me permitieron hablar contigo por teléfono. Ese día los médicos te llamaron y cuando finalmente me comunique contigo escuche a Luis decir que Ana había sido detenida por la policía. Debiste dejar el teléfono sobre la mesa y te olvidaste de cortar."
"Sé que no lo sabías, pero el amor que siento por ella trasciende mi vida inclusive. Tenía que ayudarla, no iba a permitir que cayera en las manos de sus tíos. Entonces lo recordé."
"Muchas veces ella me llevaba a pasear por el jardín y en una ocasión me habló de un amigo de sus padres que nunca había visto, pero que era una persona maravillosa a la que sus padres en algún momento habían considerado para dejarlo a cargo de ella, si es que algo sucedía, pero que aparentemente no habían llegado a incluirlo en su testamento."
"Caro Rudolff, se llamaba aquel hombre que gozaba del cariño y la confianza de Ana aunque no lo conocía."
"El destino quiso que ella me hablara de él y que yo después lo recordara."
(continuará…)