Al día siguiente do Santos tuvo la fuerza para avisar a los que esperaban noticias en su casa. El centro se encargo de hacer todos los arreglos que el caso requería. Los encargados del centro se sorprendieron cuando do Santos agradeció su labor y les prometió que seguiría apoyando las investigaciones.
Entró nuevamente en la habitación para ver por última vez a su hijo y encontró a Leonardo llorando a sus pies. La furia de do Santos era indescriptible. Tomó al hombre del cuello y lo sacó del cuarto.
"Lo traicionaste Leonardo, permitiste que la muerte se lo llevara" -dijo con la voz entrecortada- " El lo pidió señor, yo no podía decirle que no, además se veía tan bien que no dudé"- respondió mientras se incorporaba visiblemente perturbado.
Do Santos lo miró con desprecio y cuando estaba a punto de marcharse lo retuvo con la excusa de que tenía una carta de Miguel para él, e inmediatamente sacó de su overol un sobre y se lo entregó.