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Entra Bibi y cierra la puerta de un golpe, esperando alguna reacción del inservible novio dormido en el sillón. No hay respuesta.

- ¡Ya llegué!

Espera a oír algún tipo de sonido (gruñido o algo), pero no. Entra a la cocina y empieza a mover los trastes y a renegar con respecto al tráfico y la corrupción, tratando de atraer la atención del costal de papas en el sillón roncando, pero una vez más, no hay respuesta. Un poco decepcionada, decide rendirse con un suspiro y encogimiento de hombros. “Tal vez…” piensa, “tal vez el romance decidió empacar sus maletitas rojas en forma de corazón y pedir exilio en otro lugar…” empieza a caminar lentamente hacia el sillón, esperando algún tipo de milagro.

Dormido, encuentra al inservible cubierto hasta el cuello en una cobija y con el televisor prendido. “No pido mucho, sé que no… yo le paso todas sus estúpidas mañas, siempre lo acompaño a todos los estúpidos y ruidosos conciertos que tanto le gustan, lo dejo beber hasta caerse y hasta lo he acompañado, no le digo nada por dejar ceniceros apestosos por todos lados; pero uno creería que al menos tendría la consideración de dedicarme este día…” se recarga en el respaldo del sillón y acaricia su cabello “pero… lo amo tanto… no creo que se de cuenta de eso, o todo lo que daría por él…” se reincorpora a su posición y ve su mundo colapsarse en millones de pedacitos chiquitos, cuando le llega un último pensamiento, parecieran como pequeños cachitos de espejo despilfarrarse sobre el piso “tal vez… ya no le importo, o lo que es peor… ya no me ama”. Al encontrarse uno con este tipo de pensamientos, se ve tentado a darle explicación a muchos sucesos con la nueva teoría, “ahora que lo pienso, esta mas frío que nunca… como… si no le importara…” tratando de evitar pensar mas, sacudió su cabeza.

Sintió como si le colgaran del cuello un garrafón con agua, como si una prensa hidráulica le aplastara el pecho y junto con el, su corazón. Con la traquea hecha nudo y los ojos a punto de escurrirse decide mejor tomar una siesta, tal vez al despertar sea mejor todo.

Sube las escaleras, un triste paso a la vez, como si arrastrara el peso de un enanito de tamaño promedio. En uno de los escalones dejó un tacón, en otro abandonó a su compañero. Halla un mediano confort en sentir la alfombra en sus pies, pero no se podía librar del garabato de traquea que cargaba.

Toca la fría perilla de la puerta, la abre cabizbaja, voltea a ver el piso y la sorprende un curioso y pequeño amiguito perdido en la alfombra del cuarto: un pétalo rojo de rosa. Intrigada se agacha para mejor observación; un evento así de interesante solo puede ser mejorado por lo siguiente que se encontró Bibi: otro pétalo rojo de rosa enseguida del primero.

Bibi se levanta más curiosa, ya formulando una explicación a lo que pasaba. Pero se abrumó con lo que se encontró, que no pudo decir palabra alguna (ni siquiera pensarla), solo observar.

El cuarto entero estaba lleno de pétalos de rosas, regados en la cama, el piso, los burós, hasta en el perico de cerámica que tenían de adorno. También todo alrededor del cuarto estaba cubierto por velas, que iluminaban perfectamente el cuarto a una media luz. En uno de los burós estaba una bandeja con sushi y una botella de Lambrusco en una cubeta con hielos. En el centro de la cama estaba un ramo de rosas rojas, envuelto en celofán, con una tarjeta arriba. Bibi la toma y lee la pequeña frase que contenía.

“Feliz día de San Valentín: Te amo”

Los ojos no se pudieron contener y explotaron en una carcajadita llorona. El primer instinto fue echarse un clavado de las escaleras y aterrizar sobre el sillón, pero cuando voltea, el costal de papas estaba esperándola en el marco de la puerta de la habitación. Ya no como un costal de papas, si no, transformado en un traje: zapatos, corbata y camisa negra, saco, peinado, bañado, perfumado y rasurado.

Bibi se le lanza a los brazos y lo besa. Se echan a la cama, no sin antes cerrar hábilmente la puerta, y se quedaron ahí el resto del día. El resto compañeros, va por cuenta de su imaginación.

Texto agregado el 15-02-2009, y leído por 350 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
21-02-2009 excelentes descripciones, yo tambien participo... cuando caen sobre la cama, bibi siente algo molesto en la espalda, se da la vuelta buscandolo y descubre que es un pendiente, un pendiente que no es de ella, y entonces cae en la cuenta que todo el teatrito de las flores, el sushi y eo mal vino(si que su novio no sabe de vinos y el lambrusco no va con suchi) fue utilizado antes con martita la vecina... bibi corre al costal de papas de su casa, se toma la botella de mal vino solita, y decide que la proxima vez que quiera enamorarse se comprara un gato lluvia_gris
15-02-2009 ¿El final va por cuenta de mi imaginación? Pues te cuento, ella le empezó a leer la lista del supermercado, y él, furioso porque el dinero no le alcanzaba ni para la mitad, le gritó que se callara. Ambos se gritaron. Todo aquello que por años se habían callado, explotó en forma agria, ofensiva y belicosa. Y ahi mismo anidó en la mente de ambos iniciar al día siguiente los trámites del divorcio. Ahora solo esperan que amanezca. (Lo siento, pero es que no tengo nada de imaginación) ZEPOL
 
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