EL VIAJE por tu risa

Me encuentro en medio del desierto. Es verdad lo que decían los que conocen este árido lugar, cada vez que me referí a lo fome que sería cruzarlo. Para mí, solamente era arena y un peladero. Para don Jacinto y don Eufrosinio, trabajadores de la mina, no era así. Me dijeron que al atardecer las montañas se llenaban de tonalidades metálicas, justamente porque están llenas de metales, también que allí las energías son muy fuertes, y que se ven objetos extraños en el cielo, cosa que no me tragué.

Después de esa conversación, decidí partir desde San Fernando a comprobar aquello del colorido de las cumbres, aprovechando mis vacaciones, y considerando que tal vez podía encontrarme con el desierto florido, un fenómeno que sucede cada cierto tiempo. Cargué mi fiel Rutero, así se llama mi vehículo, que luego de un larguísimo y cansador viaje, me ha dejado tirada en medio de esta carretera interminable, sin querer partir.

Es temprano aún, hace mucho calor, y no se ve ni un alma en este sitio. Este cacharro chúcaro sí que sabe cuando pararse. Pero calma… a ver… tengo agua suficiente… me rodea esta meditativa soledad del desierto… el Rutero se murió sin remedio, hice varios intentos y nada, pero lo que me preocupa es el objeto brillante flotando allá adelante en el camino.

A medida que el sol se desplaza en el cielo, el juego de luces, sombras, y colores en la cordillera es muy hermoso. En realidad cualquiera se da cuenta de ello, y también de lo demás que me habían contado y que no quise creer, me refiero a la nave o como se llame esa cosa.

Podría ser un ovni, pero “las apariencias engañan”… y es raro, pero no tengo miedo… es casi divertido… parecemos vaqueros del lejano oeste. Yo acá, con mi mano en mi filmadora a punto de disparar… definitivamente esta cámara es una bendición, espero que la grabación muestre exactamente todo lo que han visto mis ojos… él por allá, flotando suavemente en su nave… ambos escudriñándonos… yo sin saber qué hacer… él seguro que sabe lo que tiene que hacer… y seguro que lo hará. Las cosas siempre pasan por algo… me pregunto si será el destino, o el cielo lo mandó como mecánico.

“Jesús era astronauta
me dijeron un día
hoy lo he comprobado
en mi fotografía…”

Creo que he estado leyendo demasiados libros de J.J.Benitez.

Se ha levantado un gran remolino de arena, apenas puedo ver, me bajaré a mirar. Hay algo frente a mí, está a menos de 30 centímetros de mi cara. Creo que es él… de piel platinada… sin cabello… sus ojos miran con gran serenidad, me hace sentir una infinita calma. Puso una cadena en mi cuello con un símbolo, me indicó la montaña más alta, tocó mi auto, lo dejó funcionando, y regresó a la nave. Me hizo sentir que hay un ser muy especial en esa montaña, y yo debo traerlo.

Él me estará esperando.