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LA MOJARRA Y LA ARENCA

En las ciénagas de Cascajal, grandes y hermosas por sus aguas de color gris, que invitan a darse un exquisito baño, bajo el sol resplandeciente que día a día reflejan sus rayos en las aguas, dispersándolos a diferentes puntos, dando la sensación de introducirse en las profundidades de las ciénagas.
Vivieron dos pequeñísimos peces que se encontraron nadando en ese hermoso sistema cenagoso, llegaron a conocerse y aceptarse desde temprana edad el uno al otro, se criaron juntos como si fueran hermanos aún siendo de clases diferentes, la mojarra y la arenca, seguían a todos los rincones nadando las ciénagas, se alimentaban y se ayudaban mutuamente a defenderse de los peces grandes, porque sabían que estos se los podían devorar, nadaban todas las ciénagas huyendo de los pescadores y de los otros animales que en ellas se encuentran.
Ya habían crecido y cierto día la mojarra se descuidó de la arenca y ésta se le perdió; la mojarra inicia la gran tarea de buscarla, presintiendo que algo le hubiera pasado en las inmensas ciénagas; duró muchos días, semanas y no la encontraba, con su lenguaje se comunica con todas las demás mojarras de la situación de la arenca.
Salieron en cardumen a buscarla teniendo que sortear muchos peligros, la mojarra se vio seguida en varias oportunidades por la babilla mona, pero ésta no la alcanzó para comérsela; también tuvo que sortear el peligro del bagre pintao en esa búsqueda incansable, hasta que un día encontró a la arenca.
Ya tenía otras amistades y la mojarra al acercársela, la arenca la miró indiferente; la mojarra le dijo. Hace muchos días que me dejaste y me puse a buscarte obstinado, hasta ahora que te encuentro; creo que merezco una explicación; porque no te hecho nada que te haya molestado.
La arenca mirándola fijamente le contestó:
Lo que pasa es que yo soy un pez fino y bello, cabeza pequeña, cuerpo delgado armónico con escamas brillantes, con velocidad para nadar, como ves, somos de la misma especie pero de clases diferentes, aunque seamos del mismo hábitat. Perdona porque has sido muy buena conmigo, pero he conseguido unos amigos como tú, de mi misma especie; sus amigos comenzaron a nadar dándole vueltas a la mojarra, haciéndoles gestos indeseables con su nadar y luego se colocaron al lado de la arenca, al ver lo que estaba pasando la mojarra entendió y se puso triste, que casi no podía nadar, expresó con voz entrecortada: arenca tu eres y seguirás siendo mi mejor amiga, aunque no andes conmigo , te aprecio, respeto y te estimo, sabes que por eso de la vida nos criamos juntos y nos ayudamos a defender de los peces grandes, que hasta uno de ellos, el bagre pintao, casi te devora una vez, de cosa que te defendí distrayéndolo.
Bueno yo me encuentro bien, aquí con mis amigos dijo la arenca, verdad?, sus amigos movían la cola como ratificando lo que decía su compañera.
Será, como yo soy bocona, ancha, cabezona, amarilla, fea y ustedes son muy lindas, finas y veloces y yo no lo soy.
La mojarra se fue sola, triste y cabizbajo, sabía que había perdido a su mejor amiga, se encontraba desconsolada, quería que el bagre pintao y la babilla mona se la comieran; pasó así varias semanas, no quería comer, decepcionada salió a nadar las ciénagas para conseguir otras amistades y se cansaba, estaba deprimida, no le fue posible encontrar otras amistades como la de la arenca, porque a cualquier cardumen que se acercaba, estas la miraban con displicencia, nadaba de un lado para otro, la familia de las arencas hacían sus reuniones sociales y no la invitaban.
Un día escuchó el ruido de los pescadores y se escondió debajo del tapón para que no la fueran a cazar, de pronto oyó cuando los pescadores lanzaron la atarraya y se percibió un sonido fuerte, la mojarra lo identificó. Era el de la arenca, inmediatamente salió veloz, llegó al sitio a donde lanzaron la atarraya, observó que en la red que era de tejido menudita estaban atrapadas la arenca y sus amigas. La mojarra llamó a los suyos de su misma especie; como un rayo llegaron y con una velocidad impresionante cortaron la red con sus finos dientes.
La arenca y sus amigos salieron.
La familia de las arencas quedaron sorprendidas, nadando triste, consternada y apenada, fue agradecerle a su amiga de infancia por sacarla del apuro en que se encontraban y por haberles salvado la vida.
De allí en adelante todos los peces de las ciénagas de Cascajal, las arencas, las mojarras, los bocachicos, los bagres, el barbudo, la pacora, doncellas, y demás han sido una sola familia unida, y han vivido felizmente como todos los cascajaleros.

ANUAR CORTÁZAR CÁEZ

Texto agregado el 14-02-2009, y leído por 364 visitantes. (0 votos)


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