Una ciudad, barrio residencial, vivia un niño de once años.
Su padre, un hombre adinerado, su madre, cumplia actos de beneficencias.
En soledad la vida del niño transcurria, organizados horarios, rutina de escuela, ingles, deportes y, uniformes para todo.
Trasladado con chofer de un lugar a otro.
En el recorrido diario, con su rostro pegado al vidrio de la ventanilla, veia a otros niños jugar, unos descalzos, otros en zapatillas, arremangados pantalones, polvo en sus manos, sonrisas expontaneas, desprevenidas palabras.
Hasta que un dia, con rostro apoyado en la ventanilla, lagrimas mojaron el vidrio.
El chofer asustado freno el auto, -¿que le ocurre señorito?, le dijo asustado.
El niño respondio, -es que me siento mal.
El chofer la dijo, -¿que le duele?
-Sabe que me duele, me duele ser quien soy.
El chofer que ya se habia dado cuenta, le dijo, -¿quiere saber algo, señorito?, a ellos tampoco les gusta quienes son.
MARIA1 |