2. Primer trabajo remunerado
Se presentó para tallarse en el Puesto de la Guardia Civil, donde fue atendido por el Comandante de Puesto que le hizo preguntas sobre la familia, si sabía leer y escribir, si trabajaba en algún sitio además de cuidar del ganado e incluso, si tenía algún plan para marcharse o cambiar de vida; no supo muy bien lo que tenía que contestar y se limitó a decir que vivía con su tío Andrés, que no tenía más familia que su otro tío Recaredo, que era fraile y solo lo había visto un par de veces y a encogerse de hombros sobre lo demás; le hicieron firmar un formulario con los datos y lo único que le dio tiempo a leer fue su nombre y sus apellidos y los números recién apuntados: 1,860 mts y 79 Kgs. El Comandante, también le informó de que podía librarse de la mili si entraba a trabajar en la mina.
Tardó varias semanas en comentar con su tío Andrés lo de la mili por la mina que le habían dicho en el cuartel de la Guardia Civil; tenían el problema del ganado y también el cuidado de las fincas pero más tarde o más temprano, cuando lo llamaran al cuartel, sucedería lo mismo o peor que, estando y viviendo en casa, entre los dos, podrían atender, si no todo, por lo menos los cerdos, las gallinas y una vaca para la leche. Le pareció que a su tío no le gustó demasiado aquella idea porque lo único que comentó fue que en la mina se trabajaba mucho, se ganaba poco y a los que no los mataba un costero, enfermaban de silicosis y en casa con el ganado no había tantos peligros; lo que tenía que hacer era echarse una novia, casarse y atender la casa y el ganado y que, con una mujer en casa, las cosas podían ser muy diferentes.
Le sorprendió sobremanera el parecer de su tío y se preguntó el porqué seguía soltero y no se aplicaba el cuento, cuando era el tío quién disponía de todo como si fuera el único dueño. Las relaciones con el tío, siempre fueron buenas en un sentido jerárquico de poder por parte del tutor-responsable y de sumisión y obediencia por la parte tutelada en un trato afable, cariñoso y familiar pero sin posibilidad alguna de disposición de recursos o de tiempo para uso personal fuera del ámbito de la casa familiar, salvo en los días de mercao que le daba algún dinero para comer de fonda o algún compromiso con los tratantes, vecinos o amigos de la zona; nunca dispuso para compras personales como ropa, algún capricho o la posibilidad de realizar alguna invitación a los amigos o alguna moza, si hubiera esa posibilidad. Lo que se compraba en casa para comer, para vestir o aparejos para los animales, siempre lo hacía el tío y si se vendía algo, también se ocupaba de cobrarlo y de administrarlo. Todo esto le dio para pensar durante varios días hasta que llegó a la conclusión de que su tío, lo que de verdad le estaba proponiendo, era que se casara para tener dos criados en casa: uno para cuidar del ganado y una para la casa y el cuidado de la familia.
En la feriona de mayo, aprovechó para indagar y comentar con vecinos y tratantes su intención de vender las vacas y entrar en la mina para librarse de la mili; había más como él y con las mismas intenciones: escaseaba población en las zonas mineras y para incentivar mano de obra, Las Empresas mineras habían firmado un acuerdo marco con el Gobierno por el que se dispensaba del Servicio Militar a los trabajadores con un contrato superior a 4 años, con la única obligación de dos meses de instrucción para el acto de Juramento a la Bandera en el Campamento de Reclutas de la Región Militar a la que perteneciera el recluta. Había unos plazos para cursar la solicitud antes de ser llamado a filas y aún tenía 6 meses de plazo para tramitar el expediente y encontrar trabajo en alguna de las Empresas que empezaban a instalarse en la zona y lo haría con el consentimiento o sin el consentimiento del tío Andrés, ya que desde que estaba con este nuevo proyecto, habían cambiado muchas cosas en su cabeza.
Tuvo algunas dificultades para encontrar trabajo debido a su estatura: era muy alto para trabajar “de guaje” (ayudante de picador) en las chapas de la “rampla” por donde se arrastra el carbón hasta la galería y no tenía experiencia ni conocimientos para labores más especializadas, pero al fin lo contrataron de ayudante de caballista. Había un mula que utilizaban para carga y reparto de postes y tablas para entibar las galerías y tres más, para el arrastre de vagonetas en las que se transportaba el carbón del interior de la mina a los cargues y lavaderos exteriores y por su experiencia con el ganado, le destinaron en las labores de arrastre, dentro de la mina.
Le habían comentado que era un trabajo duro, sucio y bastante peligroso debido a los continuos descarrilamientos de los vagones, a la mala ventilación que apagaba la luz de las lámparas de carburo con que se alumbraban y a la nula colaboración de los animales, resabiados de los palos y mal trato que recibían para conseguir jornadas de 10 horas sin un descanso y en condiciones extremas por la falta de luz, ruidos extraños y en un ambiente antinatural para su especie y que, a menudo, volcaba algún vagón, otros se salían de las vías y al pararse el convoy, la mula en un intento de no recibir más palos realizaba un sobreesfuerzo saliéndose de la vía, tropezando y a menudo, pataleando contra las mampostas de la galería, apagando los carburos y poniendo a todos en peligro por derrumbe o desprendimientos; era necesario mantener quieto al animal, volver las vagonetas a la vía y cargar y limpiar los raíles para que circulara nuevamente. Todo este proceso parecía fácil a la luz del día, pero imaginaba una tarea arriesgada y de mucho trabajo pero de momento, era su única posibilidad de empezar a trabajar ganando algún dinero y de librarse de la mili.
Quizá por su aspecto, por su estatura y también por su semblante templado y una mirada clara y tan amistosa como una sonrisa, no tuvo que soportar más novatadas que la de medir las vías con una viga de hierro de tres metros y con un peso cercano a los 30 kgs; sucedió al segundo día de trabajo y antes de iniciarse con lo de ayudante de caballista. Empezaba la jornada y recibió la orden de un barrenista barrigudo, con aspecto de matón y que presumía de ganar más que nadie por los metros de avance que conseguía cada día: tenía que medir la vía de la galería principal y tomar nota de todos los ramales a pozos, ramplas y zonas de carga que se encontrara: cogió la viga y empezó por la zona de descargue, unos 20 mts de la boca mina y todos quedaron mirándolo con caras sonrientes y comentarios por lo bajo, que interpretó como que aquello tenía gato encerrado; realizó el recorrido de las vías en la parte exterior hasta la boca mina, con un resultado de 6 puestas y ahí, espetó al barrenista: ahora sigue tú que yo soy ayudante y de momento, estoy contratado solo para trabajos en el exterior, lo que provocó un jolgorio general de risas y bastantes aplausos por su valentía, lo que a partir de entonces, se convirtió en muestras de simpatía y amistad por la mayoría de compañeros.
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