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“Juntos caminaremos por la otra ribera. Eso te lo aseguro.” las palabras que su padre había pronunciado algún día resonaron con nitidez en la cabeza del condenado en el momento preciso en que la orden del capitán resonaba en el recinto: “presenten... ¡armas!”.
La voz suave y pastosa de su padre lo sumió en un estado de paz en total incongruencia con el ambiente de opresión que lo rodeaba. Julio, que no había aceptado que le vendaran los ojos, miró hacia el cielo que comenzaba a colorearse tímidamente de azul. Las estrellas de esa madrugada sin nubes aún se destacaban con precisión. Las miró una a una tratando de memorizar la configuración estelar del momento en que moriría, sentía que era algo esencial. Cada estrella fue acariciada por su mirada hasta que estuvo seguro de que no olvidaría.
Entonces bajó la mirada con suavidad y pudo darse cuenta de que su visión abarcaba mucho más que la sola apariencia física, que podía saber con exactitud lo que se escondía al interior de cada una de las personas presentes en el recinto. Y esa mirada, que reflejaba la paz infinita que resentía Julio en esos momentos, desconcertó a todo el mundo, unos lo miraban con estupor, mientras que a otros les heló la sangre.
Entonces comprendió que la humanidad no era una sola especie, que dentro de ella se distinguían con claridad y evidencia dos grupos radicalmente diferentes que habían cohabitado desde siempre, en una misma ciudad, en una misma familia; y que los rasgos distintivos de cada una de ellos eran imposibles de detectar con nuestros cinco sentidos. Él mismo pertenecía a la gran mayoría de seres humanos capaces de identificarse afectiva y mentalmente con otras personas, y que por lo tanto podían ser naturalmente generosos, sin esperar una recompensa a cambio. Era gente con alma y conciencia. Los otros, no tenían alma ni conciencia, y por lo tanto eran incapaces de sentir empatía por los demás. Eso era todo. Julio se quedó maravillado de la claridad con que entendía eso que ahora le parecía tan sencillo. Eso explicaba gran parte de los conflictos humanos.
La acuidad en que se encontraban todos sus sentidos le permitía percibir sin turbarse las miradas ahogadas por la emoción, mezcla de terror ante la escena macabra y de compasión por el condenado. Entre todas ellas se destacaban algunas miradas frías que seguían con atención cada uno de los preparativos del espectáculo final que esperaban con la seguridad y quietud de un animal predador. Y en medio de ellas, Julio distinguió con precisión absoluta el placer glacial y desmesurado del asesino en serie en el lugar del cual él seria inmolado.
La orden de fuego fue atenuada nuevamente por la voz serena de su padre: “Ven, sígueme, crucemos juntos la corriente”. Julio, que no alcanzó a pensar que le hubiera gustado poder haberse dado cuenta mucho antes de que todos los seres humanos no lo eran realmente, se sumergió junto con él en la niebla tenue y vaporosa que los llevaría hacia la otra orilla.
© Loretopaz
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Texto agregado el 12-02-2009, y leído por 599
visitantes. (8 votos)
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Lectores Opinan |
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30-03-2013 |
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También es posible que como tu protagonista se esté en paz con él mismo.
Bien logrado esas posibilidades.
Un abrazo. umbrio |
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30-03-2013 |
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Es posible que en los últimos minutos de vida se logré esa claridad de ideas y de consciencia. umbrio |
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08-09-2012 |
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Formidable cuento. Narras los últimos minutos de un condenado a muerte de una forma espectacular. Me gustó. Ahí vá mi estrella elpinero |
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09-02-2012 |
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Buenísimo,me encantó. Un cuento con un realismo mágico corto y profundo.Donde tu gran sensibilidad se manifiesta de entrada y pelea,en este caso,por comprender la locura de esos seres, que sin saberlo,son enemigos hasta de ellos mismos.En la otra ribera quizás estén las respuestas,vaya a saber.Felicitaciones GaryLuna |
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19-08-2011 |
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A pesar de saber que morirá, por motivos no especificados realmente y no son verdaderamente necesarios al final, el personaje tiene tiempo de reflexionar sin desesperar, de encontrar una verdad universal, de no sentir rencor, ni odio, sino una sutil ¿nostalgia? ¿llamada? ¿necesidad? Me ha gustado, y me gustaría irme con tanta paz -no que me fusilen, claro, pero sí de esa manera, como una sutil invitación...- ikalinen |
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04-02-2011 |
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Me gusto tu cuento, muy bien logrado y con ese dejo de paz que se nota en tus letras. Gracias por comentar mis cuentos. Saludos!! polvosoy |
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07-07-2010 |
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Una cautivadora narrativa, realmente me agradó mucho. Sigue escribiendo así. japo |
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15-04-2010 |
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Los concidentes, caminaremos por la otra orilla. Así es, apesar de abruto de los caminos. Un abrazo gran texto. tierraazteca |
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07-03-2010 |
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Entre las creencias de los mapuches y de muchas otras culturas, está la del barquero que te lleva a la otra orilla, donde según los mapuche, debe haber un antepasado para recibirte. Es un cuento curioso, lleno de elementos potentes. NeweN |
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28-11-2009 |
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Muy bueno Lore..! Original, ameno. E invita a la reflección... Me gustó mucho. Marcelo Faluu |
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12-05-2009 |
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A veces nos resistimos al refrán: “la cabra siempre tira al monte”. Y nos damos con la frente en la pared una y otra vez hasta perecer. Tal vez, lo justifique la convicción de que nuestro mundo es otro y que somos los Julios, meros invasores de este. La mirada de compasión de algunos presentes evidencia que no estamos solos. Nuestro destino: el ostracismo y el fusilamiento posterior. Eres excelente como narradora. Saludos fragoncum |
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10-04-2009 |
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Escribes con gran naturalidad, algo que es dificil lograr, por esto disfrute de la historia y de esas palabras que regresan al condenado en el momento cumbre. Saludos! manndrugo |
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02-03-2009 |
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Tras una narrativa impecable, haces un cuento trascendente que culmina con la visión esperanzadora de la otra orilla conducido por el ser querido. Ha sido un placer leerte. graju |
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27-02-2009 |
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Atrapante y conmovedor. 5* astigitana |
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26-02-2009 |
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Leerte es como sumergirse en una ola apacible,bajo un tibio sol. Has timoniado tu texto con una reflexiba tranquilidad que resulto agradable la lectura. Ire al encuentro de otro cuento tuyo. Felicitaciones inkaswork |
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15-02-2009 |
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Creo que existe esa orilla, y con esa esperanza vivimos.
Hermoso texto. margarita-zamudio |
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14-02-2009 |
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Escalofriantemente suave; y no lo digo por la claridad mental del personaje ante la muerte , sino por esa revelación que le viene a la memoria sobre las subespecies humanas...Tal vez, cuando aprendamos a despertar la conciencia, sólo queden seres de la mejor clase..Fue un placer.. grauer_wolf |
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